Edmundo López Gómez*
El Universal, Cartagena
Octubre 6 de 2009
De repetirse procedimientos como el de la consulta interna para elección de candidato presidencial de los partidos y sus autoridades internas, sin las precauciones necesarias para que ese proceso se cumpla dentro de parámetros de seriedad que lo hagan confiable y generen, a la vez, poder vinculante, seguiremos participando en una farsa como la del 27 de septiembre pasado.
Hay que establecer, sin embargo, una distinción de comportamiento entre los partidos PLC, PDA y Partido MIRA, que concurrieron a ese evento electoral. Mientras los dos últimos se ajustaron a las exigencias legales, el primero lo hizo con fraude a ley.
Nos referimos a la elaboración de la tarjeta electoral, la cual demandaba confeccionarse de tal manera que en ella quedaran claras las opciones correspondientes para que cada ciudadano pudiera ejercer el derecho de votar y no necesariamente para que lo pudiera hacer sin atropellos físicos o constreñimientos de cualquier naturaleza, sino para que se le hiciera posible escoger entre las opciones políticas que tuviera a bien, ya fuera la de votar por el aspirante a la presidencia de la República o la de decidir sobre listas para conformar las autoridades partidistas, según las propuestas hechas por las respectivas colectividades políticas. O para votar en blanco; una opción que siempre debe aparecer por mandato de la Constitución y de la ley en las tarjetas electorales.
A ningún partido o movimiento político le pertenece el derecho de votar en blanco. No. Ese es un derecho que le pertenece al ciudadano y que es intransferible. Desconocer esa opción, es atentar contra la Constitución, la cual lo consagró para que la pudiera ejercer, como derecho, en las elecciones generales o especiales; entre éstas, las consultas populares de los partidos.
El Partido Liberal Colombiano excluyó el voto en blanco al elaborar la tarjeta electoral y ningún ciudadano pudo ejercer ese derecho; actitud que contrastó con la del PDA, que sí lo incluyó, con acatamiento a la ley, lo cual se reflejó en los resultados electorales que registraron miles de votos en blanco, aunque no mayoritarios, pero con cuyos votos se expresó la inconformidad frente a los dos candidatos que presentaron sus nombres como aspirantes a la Presidencia de la República por ese partido.
He dicho que la autoridad electoral, al no rechazar la tarjeta del PLC que excluía el voto en blanco, cometió falta gravísima, y uno se asombra de que los órganos de control se hayan hecho los ciegos ante tamaña violación de uno de los derechos fundamentales del ciudadano para participar en la construcción de nuestra democracia.
Por otra parte, la injerencia de un partido en las elecciones internas de otro, sólo se da en Colombia, porque la ley de los partidos lo permite, como se reconoció en un aviso publicado en un periódico de Montería, donde el PLC daba parte de la “victoria” y le agradecía a los conservadores haber votado por el doctor Pardo y por su participación en la elección de los candidatos a conformar las autoridades del PlC, regionales y locales. ¡Vaya farsa grande!
PD. Cumplí con el deber de impugnar la consulta liberal ante el CNE.
*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.
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