Editorial
El Colombiano, Medellín
Octubre 6 de 2009
Como lo hace desde 1990, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), acaba de revelar su Índice de Desarrollo Humano (IDH). Colombia subió cinco puestos (de 82 a 77) y es el segundo país, con Perú, que más asciende en el escalafón. Los logros en educación y salud, así como una senda de crecimiento económico entre 2002 y 2007, fueron clave para los resultados.
No sólo son las cifras, que son positivas, sino los elementos de contexto y proyección que trae el informe sobre Índice de Desarrollo Humano (IDH), contratado por Naciones Unidas y divulgado ayer, los que demuestran cuánto hemos avanzado, pero también cuánto nos falta, en términos de calidad de vida como manifestación del mayor acceso a la educación, la salud, el empleo y, sobre todo, a mejores ingresos.
El informe Superando barreras: movilidad y desarrollo humanos , introduce en esta ocasión un concepto fundamental para valorar los alcances de las políticas públicas de los 182 países que fueron evaluados: el de la migración; esto es, el derecho que tienen las personas de movilizarse libre y autónomamente, dentro y por fuera de sus propias fronteras.
Colombia subió cinco puestos en el IDH y fue, con Perú, el segundo país del mundo que más ascendió en el escalafón, después de China, que ganó seis escalas. Pasamos del puesto 82 al 77, respecto de la última medición, en 2006. Noruega conservó su primer puesto y Níger, en África, es el último.
La conclusión es sorprendente: la migración en el mundo ha traído desarrollo y progreso, no sólo a los países receptores, sino a los de origen, y se desmontan varios prejuicios que históricamente han estado ligados a los migrantes: que nos quitan el empleo y viven a costa de nuestros impuestos. El otro es que siempre pensamos que un migrante es una persona en una situación extrema de vulnerabilidad. Ni lo uno ni lo otro, según refleja el documento de Naciones Unidas.
Por ejemplo, el informe demuestra que, en promedio, los migrantes de los países más pobres experimentaron aumentos de hasta 15 veces en materia de ingresos, la duplicación de sus tasas de matrícula escolar y la reducción de la mortalidad infantil en hasta 16 veces, luego de trasladarse a un país desarrollado.
Y la razón es simple: los países que lograron ascender en el escalafón son los que han diseñado políticas públicas y legislaciones más abiertas para proveer los recursos y brindar las oportunidades a todas aquellas personas que, por distintos motivos, han tenido que movilizarse dentro de sus propias fronteras o hacia otros países, por dinámicas económicas y culturales.
En el caso de Colombia, que podría ser el de algunas ciudades capitales, uno de los indicadores del IDH es la educación y ahí hemos dado pasos gigantescos: La cobertura en primaria pasó de 114 por ciento en 2002 a 118 por ciento en 2008. La secundaria, de 79,4 por ciento a 98 por ciento, la media, de 57 por ciento a 71 por ciento, y la superior, de 24 a 34 por ciento, en el mismo período.
Los esfuerzos que Medellín ha hecho, por ejemplo, en ampliar la cobertura educativa y mejorar la calidad de los docentes y de la infraestructura física, explican, de paso, por qué cada vez más personas llegan a la ciudad en busca de oportunidades. El reto es no cerrarles la puerta, sino abrirles los espacios de crecimiento y desarrollo, que se reviertan en nuevos y mejores desarrollos.
En otro de los indicadores del IDH, el de salud, el país ha logrado coberturas universales y la ampliación de la base de personas vinculadas al régimen subsidiado se ha triplicado en el último lustro. Estamos en el 90,6 por ciento. No son pocos los desafíos y los obstáculos que todavía están en el camino, pero que hemos avanzado, hemos avanzado.
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