Humberto de la Calle
El Espectador, Bogotá
Octubre 3 de 2009
A estas horas ya se conoce el resultado de la última encuesta de Napoleón Franco. Se sabe que la intención de voto por Uribe ha subido entre mayo y hoy, que si fuese candidato no habría segunda vuelta, que sin Uribe hay un triple empate entre Santos, Arias y Petro pero con una segunda vuelta hoy por hoy inevitable lo que abre por completo el juego de las alianzas.
El incentivo para que Uribe cometa el error de aspirar es portentoso y de doble yema: que su popularidad persiste pese a la serie de escándalos recientes y que ninguno de sus delfines es imbatible. Además, que Petro esté ubicado en el podio tripartito, debe tener olor a hecatombe en los salones de la Casa de Nariño.
Pardo (sin Uribe) se sitúa en el quinto lugar con Noemí, a la altura del 7% y por debajo de Fajardo, que sigue allí con su nadadito de perro. La perspectiva para el liberalismo es compleja. En efecto, con habilidad manifiesta Pardo ha propuesto una alianza perdurable para “formar una nueva mayoría” programática. El problema es que por razones ideológicas (de verdad, y esto suena insólito en Colombia) ni Vargas quiere al Polo ni éste a Cambio Radical. Hubiese sido más práctico que Pardo propusiera una simple alianza mecánica para derrotar a Uribe, sin concesiones ideológicas. Pero esto, que es lo que dictan las cifras, resulta políticamente incorrecto. De ahí la sombrilla de “la nueva mayoría”, por ahora impracticable. En el terreno de las cifras, Pardo y Petro sumarían 18% mientras que Pardo y Vargas sólo 10%. Pero la política no es sólo aritmética. ¿Cuál es el balance de una alianza con Petro? Muy negativo porque Petro no le sumaría su 11% al liberalismo (hay resistencias en el Polo) y, en cambio, el liberalismo perdería más de lo que le aporta el Polo.
Referendo: lo apoya el 66% que es mucho más que el umbral del 25% y el voto por un tercer mandato sería del 88%, con un flujo de votación positiva que no se limita al Partido de la U: entre personas que se dicen liberales, el 62% piensa votarlo así como el 70% de Cambio Radical. Es claro que hay una tajada grande de sedicentes liberales que son, a la vez, uribistas.
Falta esperar si la tos ferina de la economía descuadra las cifras.
Dicho todo esto, sin embargo, creo que no habrá referendo. No por abstrusas especulaciones sobre la naturaleza de la democracia y las cláusulas intocables, sino por algo más colombiano: trámite. Esta es la hora en que no han aprobado el acta de la Cámara. En este país, siempre falta un papel, una huella, una notarización, una cosularización, una fotocopia, una fotografía tamaño cédula. ¡Carajo! El referendo se hundirá en la maraña del papeleo. Y es la única salida que deja indemne a la Corte. Porque si, por el contrario, lo tumba, se dirá que ha pretermitido la voluntad popular; y si lo aprueba, se le calificará como una simple oficina de Palacio. Si de escoger insulto se trata, mejor moroso que prevaricador.
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Panamá permitirá el uso de tres bases navales a los Estados Unidos para luchar contra el narcotráfico. Silencio de Lula, Chávez y adláteres. ¿Cuál es la diferencia? Y los que también se han opuesto aquí, ¿por qué enmudecen como peces?
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