Jaime Alzate Palacio
La Patria, Manizales
Octubre 3 de 2009
Los resultados marcan muy claramente que lo que ahora se llama golpe de opinión, dando como consecuencia que los partidos tradicionales vean menguadas sus huestes.
Verdaderamente uno se queda sin habla ante los resultados que reflejan la favorabilidad de los colombianos frente a los políticos que están enfrentados en un inútil afán por descarrilar la poderosa locomotora que encabeza Uribe y que demuestra que cualquiera que se le ponga por delante quedará hecho trizas.
Aproveché un daño en mi computador, para enterarme de la última encuesta hecha por algunos de los más importantes medios de comunicación dentro de un seriado de datos que han venido demostrando con acierto lo que estamos pensando los colombianos ante los hechos políticos totalmente salidos de los cánones normales a los cuales estábamos acostumbrados.
El factor más influyente, lógicamente, es la posible segunda reelección del Presidente, hecho que es nuevo no solamente en Colombia sino en la mayoría de países del mundo democrático. Lo que nos diferencia radicalmente es que en otras partes estas decisiones del pueblo han sido presionadas por los mismos gobiernos, que manejados por gamonales han impuesto su poder sobre las mayorías que, quiéranlo o no, terminan por ser derrotadas en las urnas.
En Colombia el fenómeno se presenta al contrario, porque aquí los resultados marcan muy claramente que lo que ahora se llama golpe de opinión, dando como consecuencia que los partidos tradicionales vean menguadas sus huestes, al punto de llegar a la desesperación y la desaparición.
Pero es que nadie, ni los mismos analistas expertos no solamente en desmenuzar las cifras, sino que muchas veces también les hacen dar la tan de moda voltearepa para tratar de acomodarlas a sus intereses o los de sus ordenantes, se ven en calzas prietas, y ni con grandes esfuerzos logran cambiar el sentimiento de la gente.
Es que tener que repetir lo que desde ya hace varios años se viene reflejando sobre el sentir del país se está volviendo aburridor y en extremo preocupante para los que viven de la política.
El presidente Uribe obtuvo en mayo pasado una favorabilidad del 57%. En la encuesta del jueves pasado subió al 63%. Petro, el segundo en las encuestas, quedó en un casi insignificante 8%. De allí en adelante las cifras son tan bajas que lo mejor que se podría hacer en la próximos análisis es recortar los ínfimos minoritarios y, para evitarles vergüenzas, sacarlos de la lista de encuestados. Esto no solamente agilizaría toda la maquinaria electoral sino que sus costos se reducirían a menos de la mitad.
Lo de Uribe ya es una decisión tomada. Sin embargo, es de gran importancia para acabar de atornillar los resultados, el hecho de que el favoritismo hacia el Presidente de ninguna manera está concentrado en los estratos altos, sino que con gran sorpresa el nivel socioeconómico más bajo reflejó un 70% a favor y sólo un 30% en contra. Este mismo resultado se dio en los niveles medio y alto.
Y, para terminar, el 54% de lo jóvenes, que normalmente están en desacuerdo con el establecimiento, dieron su apoyo a la segunda reelección.
Estoy totalmente de acuerdo con que la democracia necesita de unos partidos fuertes y disciplinados para poder sostenerse; pero lo que se sigue demostrando es que acá tienen que presentarse cambios radicales en todos los estamentos dirigentes, porque el pueblo está expresando con gran claridad que no está dispuesto a seguir con lo que hay en estos momentos históricos y, sencillamente, o renuncian y desaparecen, o los van a cambiar con armas no propiamente democráticas, como lo estamos viendo en vecinos muy próximos a nosotros.
P.D.: Me encanta hablar de nada. Es de lo único que entiendo un poco.
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