Por Luis Carvajal Basto
El Espectador, Bogotá
Octubre 3 de 2009
Los resultados de las consultas del pasado 27, así como los de la encuesta publicada el 2 de Octubre, explican por qué, a falta de votos, quienes quieren reemplazar a Uribe concentran su estrategia en impedimentos e interpretaciones de la Constitución y la Ley. ¿Es una forma de hacer “trampa” a la voluntad popular?
Si la política se hiciera con el deseo y no con la opinión, tendríamos muchos Presidentes simultáneamente. O guerras. En Democracia, los conflictos de intereses se saldan con la decisión de las mayorías: la soberanía popular.
No tenemos antecedentes de una segunda reelección, pero tampoco se había observado tanta pobreza de propuestas e ideas en un debate Presidencial. La razón es más bien simple: sectores de la oposición consideran que su voluntad es suficiente para que Uribe no se Presente, aunque las mayorías piensen otra cosa, sin que medie una propuesta o candidato que les convenzan que van a vivir mejor.
Los resultados de las consultas son abrumadores, sobre todo para quienes argumentan que las encuestas en que pierden son manipuladas. Participó tan solo el 5%del censo electoral. Tratándose de una consulta en que definía intereses solo la oposición, no faltaron quienes solicitaron que a un costo tan alto, 57000 millones, los partidos busquen formas menos costosas de resolver sus diferencias internas.
Al votarse en completa Libertad nadie puede argumentar que lo de Colombia es una dictadura. Ni siquiera Petro, quien descalificó en el pasado nuestra democracia en diferentes foros internacionales y ahora resulta “favorecido” al ganar la disputa en su partido. La moderación de sus cuestionamientos a la Seguridad democrática le concedió votos de opinión que no tenía.
En el Liberalismo oficial, son pocas las cosas que se pueden concluir: Que quienes creían que una votación tan baja como la de Serpa en 2006 no podría empeorar se equivocaron; que el regionalismo paisa es superior al costeño (Aníbal Gaviria obtuvo el 50% de sus votos allí mientras Cecilia López no pudo hacer lo mismo en la costa) y que el partido oficial sigue equivocado en su interpretación del país y peleado con la opinión. Nada nuevo.
Olvidaron los actuales dirigentes Liberales que el uso de la autoridad para garantizar la Libertades es, en su origen, esencialmente democrático y que en los albores del Liberalismo Colombiano fue Bolívar, uno de los fundadores del partido Liberal y no del Conservador como habitualmente se dice, quien enarboló esa bandera. Centró, como el polo, su estrategia en denostar de Uribe y en lugar de “conquistar” el favor de la opinión se dedicó a buscar argumentos jurídicos para impedir otra reelección. Frente al país, nada que mereciera reconocimiento de la ciudadanía.
Como complemento de las consultas la encuesta de Napoleón Franco mantiene la línea de otras: Uribe con un 63% sería el candidato más votado. Las novedades son que ahora le sigue Petro, con un 8%; que empieza a desaparecer el ambivalente Fajardo y que quienes se consideran Liberales apoyan con un 62% el referendo, lo cual explica de paso el fracaso en la consulta y la estrategia del Partido.
El gran ganador de la encuesta y de las consultas es Uribe y debería darse, por fin, en el Liberalismo un debate a fondo sobre lo ocurrido. La política de distanciar y excluir a quienes piensan distinto, iniciada en la dirección de Horacio Serpa, debe dar paso a una en que se exprese el Liberalismo de a pie, el que no votó el 27.
Es de esperar que la Corte Constitucional, al hacer un balance de los asuntos de forma y fondo del referendo que solicitaron millones de colombianos, tenga en cuenta los resultados de estas consultas y encuestas, termómetros insustituibles de la realidad política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario