Marta Lorena Salinas
El Colombiano, Medellín
Octubre 2 de 2009
Construir un sistema institucional de evaluación (SIE) es el reto que se presenta a los maestros y maestras del país. Ante éste, el conocimiento acumulado de las prácticas y experiencias pedagógicas, en particular las referidas a la evaluación, que circulan por la geografía nacional, muestra que el Decreto 1290 de 2009 no es la disculpa para apresurarse a hacer guías y derroteros con la pretensión de "acompañar o asesorar" para erigir encerramientos y paralizarse en el propio miedo a tomar decisiones, a asumir la responsabilidad intelectual y ética de ser maestros y maestras.
Evaluar los aprendizajes de los niños, niñas y jóvenes es un proceso complejo; involucra muchos factores no siempre tangibles, ni susceptibles de convertir en un indicador. No obstante, no tiene por qué ser complicado, espinoso o enmarañado.
La evaluación es una creación del maestro, es el resultado de su práctica reflexiva, es la combinación de los diversos elementos que tiene a mano y otros que se van presentando durante la enseñanza. Con ellos diseña un camino, para que todos reconozcan y comprendan espacios próximos de construcción.
Evaluar es conocer al otro, es aprender a escucharlo, es entender su particularidad, es ayudar a identificar sistemas de aprendizaje, formas de autorregulación. Es posibilitar la participación, permitir que el otro se implique y se comprometa con su proceso. Es la reflexión sobre las ideas, las formas de relación, las diferencias y los criterios presentes en los trabajos reales de los alumnos. Es el mecanismo para detectar y promover las aptitudes y competencias de los estudiantes. Mediante la evaluación, los maestros entienden el avance de los aprendices y sus propias prácticas pedagógicas, para adaptar, crear y recrear procesos.
La evaluación de los aprendizajes no se puede predeterminar, pero sí planificar, es decir, se configura, se interviene y se pone en movimiento con la emergencia de escenarios y realidades propias de cada contexto. Así, va creando un campo de acción, de relaciones con el saber, con la ciencia y con el otro.
El SIE es una tarea de los maestros, maestras y directivos docentes. Él recoge la concepción de evaluación de la institución, perfectamente articulada a sus principios misionales; tiene presente que se implican factores del desarrollo social y afectivo y del desarrollo intelectual, como participación, autonomía, expectativas individuales, comunicación, inclusión en la diferencia, preparación de los y las docentes, modelos pedagógicos, propuestas curriculares, equipamientos escolares y dotaciones, entre otros.
El reto es que sean los maestros y maestras -no otros, no los decretos, no los "expertos"-, a partir de sus saberes -los acumulados, los de los otros y los propios-, de su interrelación e interdisciplinariedad, quienes construyan un SIE que asuma criterios de equidad social, garantice la inclusión de los niños y niñas en el sistema escolar, incite el deseo de aprender, reconozca y respete la diversidad individual y local, que no deje convertir el aula en cotidianidad oscura y gris.
El reto es que el maestro se apropie de su saber y lo valore.
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