viernes, 2 de octubre de 2009

¿Primará la insensatez?

Henry Medina

El Colombiano, Medellín

Octubre 2 de 2009

Los colombianos parecemos poco interesados en los temas de la Seguridad y la Defensa, cuando su ámbito sobrepasa el límite de nuestras fronteras. Tal vez porque el conflicto interno vivido durante más de medio siglo nos ha acortado la visión y la angustia sólo nos alcanza para lo doméstico. Esa sería una posible explicación al poco interés que convoca la amenaza de un proceso armamentista en Sudamérica.


Al respecto, el presidente Alan García decidió hacer pública su carta enviada el 14 de septiembre a los ministros de relaciones Exteriores y de Defensa asistentes a la reunión convocada en Quito por Unasur. La misiva tiene un buen mensaje y un significativo número de propuestas de una importancia merecedora de mayor análisis del que ha sido objeto.


La idea del mandatario del país vecino es que Unasur aproveche las circunstancias del momento para actuar en beneficio de la paz, el desarrollo y la disminución de la pobreza en Sudamérica y así incrementar su legitimidad ante los pueblos del continente. Comenta que si en los últimos cinco años no se hubiese incurrido en los 23.000 millones de dólares de gasto en compra de equipo militar y se hubiese reducido el gasto en defensa en un 15%, se habría podido sacar de la pobreza a 30 millones de habitantes en Sudamérica. Recordemos que en la región, el 42% de sus habitantes (240 millones) viven en condiciones infrahumanas.


La propuesta de constituir una Fuerza de Paz y posteriormente una Fuerza de Defensa Sudamericana que impida cualquier conflicto militar en la región es bastante optimista pero posible en el largo plazo. Todo depende del futuro de Unasur, de las reacciones de la OEA a las situaciones actuales y de la receptibilidad práctica que tenga la posición del Presidente peruano. Cuando habla de prescindir del "tutelaje de las instituciones externas a Sudamérica", entiendo que se refiere a la OEA y a lo consagrado en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, Tiar, el cual contempla que "en caso de (...) un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos, y en consecuencia, cada una de las partes contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inminente de legítima defensa?". Habría que establecer la efectividad de tal cambio de visión y determinar cuánto cuesta, quiénes lo pagan, qué se gana y cuánto se pierde.


También propone el Presidente de Perú que el Consejo de Defensa Sudamericano estudie cada país y haga públicos los montos de los gastos militares. La intención es buena, si la ubicamos dentro de las realidades diversas que cada país vive. Ejemplo, el gasto habrá que mirarlo a la luz de variables como la extensión del territorio, la cantidad de población, las problemáticas internas y de orden público, las amenazas potenciales externas creíbles, entre otros factores. Con esta óptica es posible lograr en el mediano plazo la comprensión y solidaridad de Unasur con la causa colombiana.


El pensamiento del presidente García es coherente con la sana lógica, con el pensamiento del presidente Barack Obama, quien declaró en El Cairo el compromiso de Estados Unidos de procurar un mundo en el que ningún país tenga armas nucleares y con las esperanzas de buena parte de la humanidad de un mundo más justo, unido y solidario. De otra parte, plantea la posibilidad de un escenario que traiga tranquilidad frente a la beligerancia con que algunos países ven el juego de intereses en las relaciones entre naciones.


De todas maneras, las buenas intenciones de la citada carta no son suficientes para controlar los niveles crecientes de desconfianza en la región, pero pueden ayudar a mitigar la insensatez que se vislumbra.

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