Edgar Polo
El Heraldo, Barranquilla
Octubre 22 de 2009
Un ejercicio interesante es el análisis ex post de los acontecimientos porque nos permite conclusiones que no se ven al calor del debate.
El caso de AIS, que tanto despliegue ha tenido, es patético. Su presentación general en los medios, “el gobierno regala plata a los ricos que financian sus campañas políticas”, es vendedora y genera escándalo, que para ellos redunda en beneficios comerciales, aunque afecte su credibilidad. Por esta razón sin rigor profesional se aventuran en pos del rating.
Simultáneamente, otros personajes que debieran estar mejor informados, en razón a su actividad permanente en el Congreso de la República, salen con unas respuestas que lo dejan a uno anonadado. El presidente del Congreso, senador Javier Cáceres, ante la pregunta de una reportera que lo inquiría sobre la suerte del Ministro de Agricultura ante el debate de censura en su contra, contestó que veía complicada la situación del Ministro porque “no se entendía que se estuviera regalando plata al capital”. La pregunta obvia: La aprobación de la Ley Agro Ingreso Seguro, AIS, contó con su voto. Entonces, ¿no sabe realmente de qué se trata la ley y en consecuencia votó irresponsablemente o, lo sabe y en este caso su respuesta es populista y farisea.
Otras opiniones de personas autorizadas tanto por su formación académica como por su experiencia en el alto ejecutivo nacional, caso de ex ministros, llaman la atención porque sin ningún reato se trepan en la cresta del tsunami mediático para ganar dividendos con respuestas populistas: “no tiene presentación favorecer a los ricos”.
Para entender mejor el asunto es menester ahondar en los objetivos de Política Fiscal, necesarios en un modelo de Estado como el nuestro. El uso de los instrumentos de ingreso y de gasto del Gobierno debe propender por dos objetivos claros y no excluyentes: romper los desequilibrios sociales, ejemplo, lucha contra la pobreza y Crecimiento Económico. El primero no admite discusión, es una necesidad perentoria de la sociedad y de su gobierno eliminar la miseria y acabar la pobreza, que no es negocio para nadie. Con seguridad los ricos van a ser más ricos en la medida en que no haya pobreza. De otra parte, no es posible para el Estado acabar la pobreza si no existen los recursos necesarios para el efecto, y estos solo se obtienen con Crecimiento Económico, he aquí la validez del otro objetivo de la Política Fiscal.
El crecimiento económico depende en el corto y mediano plazo de dos variables económicas consustanciales, la inversión y el sector externo de la economía. Todos los gobiernos en todos los momentos de la historia han tenido incentivos para el uno y la otra. Llámense subsidios, privilegios tributarios, CAT, Cert, incentivos fiscales que hacen al país atractivo para la inversión y para la producción de bienes y servicios de exportación. Tanto lo uno como lo otro traen tecnología, generan empleo, crean el ingreso nacional y la riqueza necesaria para el desarrollo económico. Sería necio desconocer que la infraestructura básica para todo ello pertenece a los dueños del capital, y que ellos deben obtener beneficio de empresa. La ley de Agro Ingreso Seguro es una ley de incentivos al agro. Entonces, ¿dónde está el pecado?, ¿a dónde conduce la estigmatización de la riqueza? Sin capital no hay crecimiento económico, sin este no hay desarrollo, y sin este va a haber pobreza por sécula seculórum.
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