Editorial
La Patria, Manizales
Octubre 4 de 2009
Si los precios no ayudan, la broca sí que incomoda. Este dañino insecto que se instala en los granos de café y que castiga su calidad en forma tan inclemente, está alcanzando niveles de infestación preocupantes en extremo.
Cuando comienza la época de cosecha para los cafeteros, lo que parece estarse recogiendo son malas noticias que afectan por todas partes la actividad agrícola más importante del país. De poco han servido los buenos precios internacionales y el clima que por estos días acompaña los campos, pues las perspectivas para este año no son las mejores.
Ni los precios internos, ni el volumen esperado de la cosecha, sumados a una proliferación de la broca causada por las altas temperaturas, permiten ser optimistas ante la temporada de recolección que arranca.
La devaluación mundial del dólar, un fenómeno que tiene sus raíces en la debilidad de la economía de Estados Unidos y en las dificultades que está atravesando para superar la crisis, está afectando negativamente todos los productos de exportación colombianos, y en particular al café. Los buenos registros que tiene el grano en las cotizaciones de la bolsa, acompañados por una prima de origen como nunca en la historia se había visto, así haya disminuido en los últimos días por culpa de la tasa de cambio no representan ingresos proporcionales para los cultivadores nacionales.
Frente a este problema, previsible en alguna medida, existe desde hace tiempo el mecanismo de las ventas a futuro, que no es otra cosa que asegurar un precio remunerativo, con cierta rentabilidad, para la producción del grano. Esta posibilidad ha tenido buena aceptación en Caldas y por fortuna hay una parte importante de la cosecha colocada con precios superiores a los actuales del mercado.
Otra alternativa, el seguro llamado contrato de protección de precios que ofrece la Federación de Cafeteros, es una opción para quien no haya suscrito ventas a futuro y tenga café disponible, pues con el pago de una prima equivalente a mil pesos por arroba asegura un precio mínimo de sustentación para su cosecha de 600 mil pesos por carga. Si se compara ese valor con lo que se está reconociendo en este momento como precio oficial -550.500 pesos el viernes pasado-, el negocio es evidente. “Es como comprar un seguro para choques con el carro estrellado”, claro que de forma legal.
Y si los precios no ayudan, la broca sí que incomoda. Este dañino insecto que se instala en los granos de café y que castiga su calidad en forma tan inclemente está alcanzando niveles de infestación preocupantes en extremo. Se habla de niveles superiores al 20% en municipios como Chinchiná, lo que acaba de agravar los menguados ingresos ya maltrechos por causa del bajo precio de venta.
Pero si lo anterior ya es delicado, el volumen esperado en esta cosecha acaba de empeorar el panorama. Los pronósticos más optimistas hablan de tener un nivel igual al de la producción del año pasado, que fue uno de los peores en años. Aunque hay que admitir que existen muchas siembras improductivas por causa de la implementación de los programas de renovación, un clima más benigno y una mejor fertilización ayudada por la baja en el precio de los abonos no hacía prever una disminución en la cosecha como la que ahora se vislumbra.
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En este preocupante escenario se medirá la gestión de Luis Genaro Muñoz, el nuevo gerente de la Federación de Cafeteros, quien por su larga trayectoria en el gremio ha vivido coyunturas similares y que por lo tanto esperamos sepa cómo orientar las estrategias para superar el momento. Por lo pronto, los cafeteros deben echar mano de los mecanismos existentes para asegurar al menos un precio justo para esta cosecha, con la eterna promesa, parte ya de su credo, de que el año entrante sí será el del desquite.
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