sábado, 17 de octubre de 2009

Preocupantes incertidumbres

Lucy Nieto de Samper

El Tiempo, Bogotá

Octubre 17 de 2009


El debate sobre el metro de Bogotá está tan acalorado, que sus apasionados defensores se dan el lujo de descalificar con razones que a veces dan risa, otras veces dan rabia, a Enrique Peñalosa, el colombiano que más ha estudiado el tema de movilidad, en Bogotá y en el mundo, asesor en la materia en diferentes países y premiado internacionalmente por sus aportes a la solución del problema que mantiene atorado a más de medio mundo entre vehículos de servicio público.

Por ejemplo, es ridículo decir que en el metro la gente irá menos apretada, que esperará menos tiempo en las estaciones. Quienes han vivido en Londres, Nueva York, París, Milán, Madrid, Hong Kong, Estocolmo, Santiago, pueden certificar que en esas urbes, en horas pico, la gente viaja en el metro como sardinas. Y dicen que en Tokio, al abrirse la puerta de atestados vagones, hay hombres encargados de empujar al pasajero para que pueda caber.

Un metro en gran escala, como el de Londres, con rutas que miden 1.800 kilómetros, es la gran solución. Pero el que propone Moreno no tendrá sino 25 kilómetros: del Portal de las Américas a la calle 100. Su hechura, si se da, no resolverá en mínima parte el problema de movilidad. Pero costará una fortuna. El presupuesto del Distrito quedará amarrado al metro hasta el 2030. Y no habrá con qué hacer hospitales, escuelas, viviendas , acueductos, parques y otras obras vitales en una ciudad de 8 millones de habitantes.

Para hacernos creer que el de Bogotá está 'de un cacho', el alcalde Moreno publica una cuña en la TV, en la que un moderno metro rojo cruza veloz. En la vida real, y de acuerdo con investigaciones del representante Simón Gaviria, el que propone Moreno no lo conoce la ciudadanía. La ruta que anuncian no tiene aprobación oficial. La Nacional y los Andes, universidades encargadas de rendir concepto al respecto, no pueden hacerlo por carecer de información. Y, sin ese concepto, Planeación Nacional no puede elaborar el documento Conpes que garantice las vigencias futuras de la Nación a partir del 2017. Ni puede determinar costos, subsidios, capacidad de transporte, valor del pasaje..., ni definir qué se construye primero: ¿metro, TM, tren de cercanías? "Las incertidumbres que rodean este megaproyecto son preocupantes. Se requieren más hechos ciertos y menos anuncios", dice Gaviria.

Otro tema crucial es TransMilenio, combatido sistema que nos sacó del atraso y nos permite disfrutar de un mejor medio de transporte y que sigue avanzando, pues Garzón contrató la extensión de TM por la 26 y la 10a. Y pagó el diseño de TM por la 7a. Moreno, no obstante, sin analizar lo que había y por oponerse a su rival en el Polo Democrático, descartó TM por la 7a.

Pero, veinte meses después de no haber hecho nada por la vía más importante y en plan de ponerle fin a la eterna batalla entre transportadores, conductores, transeúntes y pasajeros salvajes y autoridades incompetentes de la Secretaría de Tránsito, o de Movilidad, famosa desde siempre por no servir para nada, Moreno intenta darle a la 7a. un golpe de gracia.

Después de archivar el proyecto de TM por ese vía, o sea, botar a la basura los 9.000 millones de pesos que costó, pretende imponer un TransMilenio light. Costaría 1.000 millones de pesos, iría de la 26 a la 100, transportaría 10.000 pasajeros hora-sentido, no tendría sobrepasos y exigiría buses alimentadores. "Ante ese proyecto deben encenderse todas las alarmas", dice el representante David Luna. Porque, sin sobrepasos, el sistema pierde flexibilidad. Con buses alimentadores, sin renovación urbana e interrumpida la troncal en la calle 100, el deterioro de la ciudad será acelerado.

Ante tanta alcaldada, los bogotanos deberíamos reaccionar. No podemos dejar que Moreno acabe con la ciudad.

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