Por Uriel Ortiz Soto
El Espectador, Bogotá
Octubre 1 de 2009
¿Hasta cuándo tendremos que soportar los continuos saqueos al presupuesto destinado al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, y a sus organismos adscritos; para programas de pequeños y medianos productores? Lamentablemente con el escándalo: AIS, no es la primera vez que esto ocurre. De acuerdo a como está estructurado el organigrama para la Colombia Rural, todo seguirá igual o peor.
Tan pronto como empezó a tramitarse la Ley: 1133/2007, Agro Ingreso Seguro; fueron muchas las empresas de papel que se constituyeron con el único propósito de caer como aves de rapiña a tan jugosas prebendas, muy seguramente con la complicidad de funcionarios corruptos e inescrupulosos. Gerentes de organismos nacionales y delincuentes de cuello blanco, amangualados con reinas de belleza, -que de agro no entienden un carajo-, presentaron proyectos ficticios para adueñarse de las prebendas asignadas a humildes campesinos para fortalecer su capacidad productiva con miras a diseñar proyectos agroindustriales de comercialización y exportación.
Nadie entiende cómo el anterior Ministro Andrés Felipe Arias, cayó en semejante trampa al adjudicar créditos sin retorno a personas que no lo necesitan y lo más grave, sin tener ninguna vinculación con el Sector Rural. También le cabe responsabilidad al actual Ministro Andrés Fernández, porque después de más de ocho meses de permanecer en el cargo no se le ha ocurrido denunciar semejante arbitrariedad y ponerla en manos de las autoridades competentes.
Es apenas lógico, que las personas que se beneficiaron arbitrariamente de estos recursos sin tener ninguna relación con la naturaleza de sus objetivos, deben reintegrarlos inmediatamente, caso contrario, sin perjuicio de las acciones penales correspondientes, que los Organismos de Control, están en mora de abocar, se les debe iniciar los respectivos procesos civiles. Considero que con las denuncias que han hecho respetables medios de comunicación, es más que suficiente, para que se inicien las investigaciones pertinentes y sin ninguna contemplación se les aplique todo el peso de la Ley a quienes resulten responsables.
Pero, es este no es el único caso que ocurre con el presupuesto del Estado para promover el Sector Rural: si se destaparan las ollas podridas de otros programas y de otros tiempos con diferentes ministros a bordo, da para generar un escándalo de incalculables consecuencias que tocaría en gran parte, estamentos sociales, económicos y políticos del País. ¿Qué decir de los delincuentes de cuello blanco incrustados en federaciones, cooperativas, fundaciones y asociaciones, que, desde hace varios años vienen esquilmando al Estado, al apropiarse de las prebendas que reclaman como representantes legales de pequeños y medianos campesinos? Varios de ellas, tramitaron a título personal beneficios por el “AIS”.
Es lamentable tener que decirlo, pero, el campesino raso de azadón y guincho, ya no tiene credibilidad en los programas y créditos que ofrece el Gobierno con el objeto de hacer más rentable sus duras faenas. Cuando se abren concursos, no participan, puesto que, no tienen confianza en las etapas del proceso, que por lo regular terminan adjudicados a quienes se presentaron con padrino político o muchas veces por tráfico de influencias a muy altos costos para los usuarios.
Pero, esto es apenas en lo que respeta al Ministerio de Agricultura; si nos adentramos en una investigación profunda de lo que han sido sus instituciones adscritas a través de las últimas décadas, todas desaparecieron víctimas de la corrupción y los malos manejos; por citar no más unos cuantos casos: recordemos la antigua Caja de Crédito Agrario, el Incora, el Idema, el Inderema, el Inpa, entre muchas otras. Finalmente en los últimos años se creó el Incoder, Instituto Colombiano de Desarrollo Rural; que aún sin nacer, empezó a dar las primeras pataletas de corrupción y apenas con un año de existencia ya tenía dientes para dar mordidas de camello y de elefante viejo. Todo hacer prever que en muy poco tiempo terminará asfixiado lo mismo que sus organismos antecesores.
Si queremos un Ministerio de Agricultura, con verdadero desarrollo rural, de cara a la realidad nacional, para solucionar los miles de problemas que estamos padeciendo como consecuencia de sus malos manejos, se requiere hacer una profunda cirugía al Sector Agropecuario del País. Pero, lo primero, es definir, quienes son los verdaderos campesinos, para diseñarles políticas claras y concretas de conformidad con sus especialidades. Finalmente, depurar al Ministerio de la gran cantidad de ONG, adscritas, con gerentes de sueldo extravagantes y cola de aduladores, que son básicamente los chupasangres del presupuesto del sector rural.
No nos quejemos tanto del porqué de los más de dos millones de desplazados, del fortalecimiento de los grupos subversivos, de la delincuencia común organizada, del narcotráfico y otros tantos males que nos están acorralando en las áreas urbanas y rurales; si realmente todo se deriva del mal manejo que se le está dando al sector agropecuario del País.
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