Román Ortiz*
El Tiempo, Bogotá
Octubre 22 de 2009
A veces, las relaciones entre las naciones alcanzan un punto donde las cuestiones militares desplazan al comercio o la diplomacia del centro de la escena. Se trata del momento en el que los políticos levantan sus teléfonos para hacer a los analistas de seguridad dos preguntas claves: ¿qué pueden hacer ellos? y ¿qué podemos hacer nosotros?
Desde luego, esto no significa que un conflicto haya llegado a ser inevitable pero pone de manifiesto un cambio de tono fundamental en las relaciones entre los gobiernos. La posibilidad de un incidente armado se ha convertido en un riesgo real que reclama la atención de cancillerías y ministerios de Defensa para poder ser desactivado. Las recientes compras militares venezolanas parecen colocar las relaciones estratégicas entre Caracas y Bogotá precisamente en ese punto. Un escenario que reclama una revisión de la política colombiana hacia el país vecino para reducir la posibilidad de una crisis de potenciales consecuencias catastróficas.
Gracias a un crédito de 2.200 millones de dólares, el presidente Chávez se ha traído de su reciente visita a Moscú lo más granado de la tecnología militar rusa. De hecho, el arsenal adquirido por Caracas tiene tres componentes básicos. Para empezar, se han comprado una serie de sistemas de misiles que deben integrarse en una arquitectura de defensa aérea por capas. Esta es la idea detrás de la compra de misiles antiaéreos S-300 'Antey 2500', SA-125 'Pechora 2' y SA-17 'Buk-M2'. Además, se han adquirido 92 tanques T-72M para reemplazar los viejos 82 AMX-30 que integraban las fuerzas blindadas del país vecino. Finalmente, se va a recibir un cierto número de lanzacohetes múltiples Smerch, capaces de disparar 12 proyectiles de 300 mm contra blancos terrestres a 90 kilómetros de distancia.
A la hora de valorar una potencial amenaza, resulta necesario contemplar dos tipos de factores: capacidades e intenciones. Sobre las primeras, parece evidente que las nuevas compras van más allá de la mera renovación de equipo obsoleto. De hecho, los sistemas rusos proporcionan capacidades completamente nuevas a los planificadores militares de Caracas. Solo un ejemplo. Los nuevos tanques están mejor armados y son más rápidos que sus antecesores; los lanzacohetes otorgan a la artillería venezolana la capacidad para golpear blancos en el interior de la retaguardia adversaria.
La combinación de ambos elementos proporciona al país vecino una irresistible capacidad ofensiva. Por lo que se refiere a las intenciones, estas siempre resultan difíciles de evaluar en la medida en que se hunden en el terreno incierto de las preferencias ideológicas y las inclinaciones psicológicas de los individuos. En cualquier caso, resulta innegable que el presidente Chávez ha demostrado repetidas veces su predilección por la retórica prebélica. Ahí está para recordarlo aquella famosa orden de "mándame 10 batallones a la frontera". A partir de ahora, hay que asumir que tiene la capacidad para pasar de las palabras a los hechos.
La gran cuestión es qué puede hacer Colombia con un vecino inamistoso que está determinado a dotarse de una abrumadora superioridad militar. Desde luego, ya no hay espacio para ignorar el problema. La agresividad verbal del presidente Chávez y sus ministros hacen imposible olvidar la posibilidad cierta de una crisis.
En consecuencia, es hora de que diplomacia y defensa asuman la parte del reto que le corresponde a cada uno. Por un lado, la Cancillería debería intentar construir los mecanismos de comunicación y fomento de la confianza que eviten la posibilidad de que se pase de la amenaza verbal a la agresión por accidente o error. Por otra parte, las Fuerzas Armadas deben dotarse de los medios necesarios para garantizar la defensa del país sin entrar en una carrera de armamentos carente de sentido. En otras palabras, el Estado debe construir una estrategia que combine negociación y disuasión. Es la única forma de afrontar esta "guerra fría" en la que el presidente Chávez ha hundido a la región andina.
* Director del Área de Información y Análisis de la firma de consultoría Grupo Triarius
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