jueves, 22 de octubre de 2009

Contra el dólar barato

Hernán González Rodríguez

La República, Bogotá

Octubre 22 de 2009

El ex ministro Rodrigo Botero, el padre de los "Chicago Boys" en Colombia, se ha apresurado a censurar toda propuesta para tratar de aliviar en algo el dólar barato, el mismo que está poniendo en jaque a todas las economías.


Considera que "el manejo macroeconómico colombiano incluye tres elementos centrales: una política monetaria de inflación objetivo a cargo de un banco central independiente; una tasa de cambio fluctuante y libertad para el ingreso y la salida de capitales. Los inversionistas valoran su funcionamiento por su semejanza con el de las naciones desarrolladas, por ser predecible y por ser compatible con la inserción del país en la economía internacional".


¿Cuál predecible? Nada más impredecible que la volatilidad de la tasa de cambio, la cual les imposibilita a los empresarios conservar, desarrollar y fundar empresas. Quienes hace años no viven aquí, parecen ignorar que en los caprichos inexplicables de nuestra tasa de cambio inciden los especuladores, los dólares que se importan en contenedores, el contrabando y las sobre y subfacturaciones.


Un dólar por debajo de 2.200 pesos implica recibir tan pocos pesos por cada dólar exportado que casi nadie exportará. Un dólar barato sirve para importar y vender productos extranjeros a precios inferiores a los nacionales. La consecuencia de ambos efectos es el desempleo, el cual podría abrirle las puertas a un gobierno de izquierda radical.


Considero que, por lo general, las medidas de las autoridades monetarias son tímidas y tardías. Pero en las circunstancias actuales, debemos aplaudirles que traten de suspender sus endeudamientos en dólares, que suspendan temporalmente los aranceles sobre bienes que no se producen en el país y que ojalá ensayen comprar dólares en el mercado, conservando la tasa fluctuante. La inflación no es amenaza hoy y el fin de año requiere liquidez.


No acepto el argumento de que los gobiernos de los países ricos no intervienen sus economías en forma afrentosa para los países pobres. Las reducciones de sus tasas de interés a niveles cercanos al cero por ciento en los Estados Unidos, Europa, Japón y sus cuantiosas inyecciones o emisiones de dinero para evitar una recesión en sus economías distorsionan las economías de los pobres, al tiempo que incrementan las exportaciones de algunos de ellos.


Los colombianos y sus autoridades monetarias tienen derecho a probar soluciones sin abdicar a ciertos principios básicos de la economía.

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