Carlos Andrés Pérez
El Colombiano, Medellín
Octubre 3 de 2009
Ahora que se conforma de manera más clara el abanico de los candidatos presidenciales que llegarán a la elección de 2010, los abanderados de dos partidos tan importantes como el Liberal y el Polo, dicen mucho de la calidad de la contienda a la que asistimos los colombianos desde el domingo pasado. Lo primero sería reconocer, así no lo quieran César Gaviria y Rafael Pardo, que el golpe para los liberales fue estruendoso y deberían estar concentrados en buscar ese millón de votos que se les quedó en deseos y no llegó a las cuentas previstas (esperaban dos millones y votaron un millón de personas por los precandidatos).
En segundo lugar, a los directivos del Polo Democrático les demostraron que iban en contra del pensamiento de los colombianos que siguen esa tendencia política: la maquinaria y el establecimiento del partido respaldaba a Carlos Gaviria y ganó Gustavo Petro. Sin embargo ahora se cierne la amenaza de bloquearle al candidato ganador la posibilidad de hacer una alianza para las elecciones presidenciales. ¿Temor de abrir el partido?
La izquierda históricamente ha criticado a la oligarquía porque unos pocos controlan al pueblo y ahora el partido de esa tendencia en Colombia hace lo mismo.
Algunos podrían pensar que con la victoria de Petro, siendo quien representa el ala moderada del Polo, que además últimamente se ha apartado de las decisiones del sector duro criticando a sus compañeros más sectarios y que ha hablado en contra de las Farc; tendrían tranquilidad de que ese partido no será el brazo de Chávez y sus amigos en Colombia, y que con su triunfo, el Polo Democrático se acercó más al centro. Personalmente recuerdo la entrevista que le hizo Jorge Ramos de Univisión al entonces presidente electo venezolano en la que apareció como una mansa paloma mostrándose como el más centrista. ¡Y veámoslo ahora! No es extraño ver a Petro tan conciliador en este momento, haciendo lo que los politólogos estadounidenses llaman triangulación: acercarse al límite del contrario para robarle votantes y luego, una vez pasada la contienda, volver a su posición ideológica inicial.
Si algo está claro en lo que viene después de los resultados del pasado fin de semana es que los nuevos candidatos de los partidos opositores adoptarán una estrategia fundamentada en ir contra Álvaro Uribe, no contra su ideología, ni sus ejecutorias de estos siete años de gobierno. Será la reedición del Toconser (Todos contra Serpa de 1998), pero esta vez veremos la suma de uniones temporales sin fundamento conceptual y ningún tipo de afinidad: todo el que esté contra Uribe, sirve.
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