jueves, 22 de octubre de 2009

Un día para hacerle justicia al planeta

Peter Singer*

El Tiempo, Bogotá

Octubre 22 de 2009

Lo que les estamos haciendo a nuestro planeta, a nuestros hijos y nietos, y a los pobres, por causa de nuestra despreocupada producción de gases de efecto invernadero, es una de las grandes faltas morales de nuestra era. El 24 de octubre, usted puede pronunciarse en contra de esta injusticia.

El 24 de octubre es el día 350. El nombre se da por el número de partes por millón de dióxido de carbono (ppm) que hay en la atmósfera, cifra que, según Jim Hansen, quizás el principal científico del clima del mundo, no deberíamos superar si queremos evitar un cambio climático potencialmente catastrófico. Es la medida que muestra lo serio de nuestro problema, porque el CO2 ya alcanzó las 386 ppm y está aumentando dos ppm cada año.

La necesidad de reducir los gases de efecto invernadero se ha vuelto cada vez más evidente, dado que las predicciones de calentamiento global -consideradas "alarmistas" cuando se hicieron por primera vez hace pocos años- han resultado ser, en repetidas ocasiones, muy conservadoras. Estamos llegando a un punto de no retorno en el que los circuitos de retroalimentación se pondrán en marcha para continuar calentando el planeta, sin importar lo que hagamos.

El deshielo del Ártico es un ejemplo. Hace cuatrocientos años, exploradores trataron de encontrar el legendario "paso del Noreste" a través del norte de Europa y de Rusia, para llegar a China. Encontraron el hielo impenetrable del Ártico y pronto cejaron en su intento. Este año, los buques comerciales navegaron exitosamente en el paso del Noreste.

Esta es una de las muchas señales recientes espectaculares de que nuestro clima está cambiando y de que nuestro planeta está más caliente de lo que ha estado en mucho tiempo. Sin embargo, las aguas del Ártico sin la capa de hielo no son sólo un síntoma del calentamiento global. Ellas mismas son una causa de un mayor calentamiento: el hielo y la nieve reflejan los rayos solares.

Una superficie sin hielo absorbe más calor del sol que una cubierta con nieve o hielo. En otras palabras, nuestras emisiones de gas de efecto invernadero, al causar un calentamiento suficiente para derretir el hielo ártico, han creado un circuito de retroalimentación que generará más calentamiento y derretirá más hielo, incluso aunque mañana dejáramos de emitir todos los gases de efecto invernadero.

Otros circuitos de retroalimentación plantean un riesgo similar. En Siberia, enormes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero sumamente potente, están encerradas en lo que se llamaba "permafrost" -regiones en donde se suponía que el suelo estaba permanentemente congelado-. Pero las áreas que antes estaban congeladas ahora se están descongelando, liberando metano y, por tanto, contribuyendo a un mayor calentamiento y a un mayor deshielo, que libera más metano.

Los países en desarrollo están entendiendo exactamente la escandalosa dimensión de la actual distribución de emisiones de gases de efecto invernadero. En la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebró en septiembre, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, señaló que mientras los países desarrollados fuera de África son casi del todo responsables del problema, su mayor impacto será probablemente en África, que tiene pocos recursos para afrontar el desafío.

Kagame sugirió luego que se diera a cada país una cuota per cápita anual de emisiones de CO2 y se permitiera a las naciones en desarrollo que estuvieran debajo de esa cuota comerciar su cuota excedente con países que ya hubieran rebasado las suyas. El dinero que recibirían por esto los países en desarrollo no supondría una ayuda sino un reconocimiento de que los países ricos deben pagar por algo de lo que en el pasado simplemente se apropiaron: una proporción, mucho mayor que la que les correspondía, de la capacidad de nuestra atmósfera para absorber los gases que desechamos.

Sri Lanka tomó una postura similar, usando estudios del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, para calcular que en el 2008 las emisiones de carbono ambientalmente permisibles sumaron menos de 2.172 kilogramos por persona. De hecho, las emisiones mundiales per cápita fueron de 4.700 kilogramos, o más del doble del límite permisible.

Pero, mientras que las emisiones en los países ricos estaban muy por encima del límite permitido, las emisiones de Sri Lanka fueron de 660 kilogramos, muy por debajo del límite. Como lo señaló el gobierno de Sri Lanka, "eso significa que los países de bajas emisiones, como nosotros, ya no podríamos emitir más porque nuestro margen ya ha sido explotado por países desarrollados o países altamente contaminantes a nivel global sin nuestro consentimiento".

Esta situación es una injusticia de enormes proporciones, que recuerda el -y se puede decir mucho peor que- el ahora repudiado colonialismo de las potencias occidentales del siglo XIX. La tarea de reparación debe comenzar en la reunión sobre el cambio climático que se llevará a cabo en Copenhague, en diciembre.

Muchos líderes políticos han expresado su apoyo para tomar acciones decisivas en el tema del cambio climático, pero lo que la mayoría de ellos consideran una "acción decisiva" no será suficiente para regresar a menos de 350 ppm. En algunos países, incluido los Estados Unidos, hay obstáculos políticos mayores, incluso para tomar medidas modestas.

El 24 de octubre, las personas en casi todos los países tomarán acciones para crear una mayor conciencia sobre la necesidad de un tratado internacional que ayude a tener de nuevo una atmósfera con niveles inferiores a las 350 ppm de CO2. Habrá montañistas colocando pancartas en lo alto del Himalaya, en donde los glaciares se están derritiendo, y buzos en la Gran Barrera de Arrecifes de Australia, que está en riesgo debido al cambio climático.

Las iglesias harán repicar las campanas 350 veces, 350 ciclistas recorrerán las ciudades y en muchos lugares se plantarán 350 árboles. En el sitio web www.350.org podrá encontrar la información sobre lo que está pasando cerca de usted y participar, o poner en línea su propia idea. Pero no se siente a esperar que otros hagan lo suficiente para crear un efecto. Un día sus nietos le preguntarán: ¿Qué hiciste para responder al gran desafío moral de tu tiempo?

*Profesor de bioética en la Universidad de Princeton y Profesor Emérito en la Universidad de Melbourne. Es autor de One World y su libro más reciente es The Life You Can Save. Copyright: Project Syndicate, 2009.

No hay comentarios: