Editorial
El Mundo, Medellín
Enero 19 de 2010
Lo que deben estar pensando los propios capitalistas venezolanos es, sencillamente, cómo sacar su capital. Lo que ya está sucediendo.
Al coronel-presidente Hugo Chávez se le aplica muy bien aquello de que “si camina como pato, nada como pato... tiene que ser un pato”. De modo que nadie puede sorprenderse de que, once años después de llegar al poder, por la vía democrática, hay que reconocerlo, se proclame “marxista”, pues, aun cuando lo negara muchas veces, sus hechos de gobierno son lo más parecido a lo que su mentor, inspirador y maestro, Fidel Castro, hizo en Cuba después de su triunfante revolución del primero de enero de 1959.
La historia de Cuba dice que sólo dos años después del triunfo de la revolución, Castro proclamó el carácter socialista de la misma, y apenas el 2 de diciembre de 1961 el comandante confesó públicamente su filiación marxista-leninista, aun cuando ésta era ya vox populi, pues a lo largo del año 1960 su régimen hizo toda clase de expropiaciones y nacionalizaciones, estableció relaciones con la Unión Soviética e inició una rápida implantación del socialismo. Ese socialismo que seguramente no va a poder imponer Chávez, por mucho que lo quiera, porque son otras las realidades geopolíticas, muy diferentes la Venezuela de hoy a la Cuba de hace 50 años, que, entre otras cosas, estaba dominada por una dictadura inepta y corrupta. Lo que está haciendo Chávez, por una vía aparentemente democrática y prevalido de un respaldo popular que no tiene absolutamente garantizado, en su afán de instaurar el socialismo de corte marxista, muchos años después de la caída estruendosa de ese sistema en todo el mundo, es a todas luces cosa de locos, con la que está llevando a Venezuela a un despeñadero.
El viernes escuchamos su proclama ante la Asamblea Nacional, transmitida en directo por los canales oficiales de radio y televisión y ampliamente replicada por el sistema informativo mundial: “Yo soy un revolucionario, y también soy marxista. Y por primera vez asumo... y yo cuando asumo, asumo... asumo el marxismo. Lo asumo, como asumo el cristianismo... Pero el marxismo, sin duda, es la teoría más avanzada en la interpretación, en primer lugar, científica de la historia, de la realidad concreta de los pueblos”. Confesión que, como decimos, no debe sorprender a nadie y que, además, tiene mucho de ese espíritu burlón, tan característico de su personalidad. Reconoció que su ministro de Finanzas, Alí Rodríguez, le regaló en diciembre pasado el libro más importante de Carlos Marx. “Confieso que nunca leí El Capital. He comenzado a leerlo”.
Mientras Rusia y China hace años abandonaron el marxismo como doctrina y con ella la economía socialmente planificada y hoy son economías neocapitalistas, Chávez, en su delirio, está poniendo a su país a marchar en sentido contrario, con el inconveniente que no tuvo Cuba, por su carácter insular, y es que Venezuela hace parte de un continente y sus vecinos prontamente van a marcar diferencias. Por ejemplo, lo que está ocurriendo allí no puede pasar desapercibido para la dirigencia y el pueblo del Brasil, por la incidencia de la política del vecino en las relaciones, sobre todo económicas, entre los dos países.
En Colombia desde hace mucho tiempo estamos siendo golpeados por lo que sucede en Venezuela, empezando porque el coronel-Presidente ser armó hasta los dientes para declararnos la guerra, y en vista de que sus juguetes bélicos no le han surtido el efecto de atemorizarnos, puso en práctica la más enconada guerra comercial con el cierre de las importaciones, y ahora la emprende también contra la inversión extranjera colombiana. Con esas ínfulas de emperador que suele darse, el domingo, en su programa “Aló Presidente”, dijo: “Yo ordeno que se abra un expediente para expropiar a la cadena Éxito”. Para ello reclamó de su Congreso de bolsillo que, cuanto antes, se apruebe una reforma de la vigente “Ley de Protección al Consumidor” para poder concretar la toma de la cadena de supermercados y sumarlos al nuevo aparato socialista que creó en diciembre, llamado Comerso, Corporación de Mercados Socialistas, dizque para distribuir alimentos a menores precios, sin la mediación de intermediarios privados. Lo cierto es que la devaluación del bolívar, junto con la prohibición de subir precios que ha impuesto Chávez, pone contra las cuerdas toda la producción industrial y comercial que dependa de las importaciones, porque es irreal pretender que si aumentan los costos de importación de los productos, ello no se traduzca en un alza de precios al consumidor.
Voceros de Almacenes Éxito en Colombia aclararon que la situación no es tan grave, porque las tiendas son propiedad de la sociedad venezolana Cadena de Tiendas Venezolanas S.A., Cativen, y el Éxito tiene una participación minoritaria (28,62%) y es sólo licenciante de la marca, mientras que el accionista mayoritario es el grupo Casino, de Francia. De modo que la expropiación implica una indemnización y habrá una batalla jurídica por el monto de la misma y en ésta, por suerte, los inversionistas colombianos van a estar bien acompañados.
Por su absurda política de expropiaciones, el neomarxista Chávez parece haber resuelto que no necesita inversión extranjera ni nacional, porque a la vez que está haciendo imposible la inversión, dentro de ese clima lo que es elemental también es la desinversión. Es decir que lo que debe estar pensando hoy en día buena parte de los propios capitalistas venezolanos es, sencillamente, cómo sacar su capital. Lo que ya está sucediendo.
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