martes, 19 de enero de 2010

Un Peter Pan para Haití

David E. Santos Gómez

El Colombiano, Medellín

Enero 19 de 2010

Con la firme intención de sacar la mayor cantidad de niños de Cuba para llevarlos a Estados Unidos, alejados del régimen de Fidel Castro, el gobierno de E.U., apoyado por la Iglesia Católica y los cubanos exiliados, desarrolló entre el 26 de diciembre de 1960 y el 23 de octubre de 1962 la operación Pedro Pan (traducción de Peter Pan).


En esos 22 meses, la ayuda de la Iglesia fue fundamental para la salida de casi 14 mil niños de padres opositores a la dictadura de Castro que arrancaron una nueva vida en suelo estadounidense.


Cuatro décadas después, Peter Pan ha resucitado.


Tras la inmensa catástrofe de Haití, cuya cifra de muertos supera los 100 mil, la Arquidiócesis de Miami inició un nuevo plan para llevar a Estados Unidos a centenares de niños que quedaron sin padres por el sismo.

Aquí no se trata de una diferencia política, el asunto es más urgente y más apremiante porque la tierra no hizo distinciones de corrientes de pensamiento ni de edades.


Según reconoció la Unicef, son miles los niños que deambulan por las calles de Puerto Príncipe sin padres, sin familia y sin techo.


Las imágenes que llegan sobre la infancia en la isla son desgarradoras. Ante el dolor de un niño, cuyas pertenencias se limitan a lo que lleva puesto, flaquea el hombre más fuerte y los organismos de socorro direccionan buena parte de sus esfuerzos a proteger a estos que no tienen voz.


Peter Pan se necesita más ahora que nunca y es importante que organismos en todo el mundo repliquen la idea de la Arquidiócesis de Miami.


De los miles de millones de dólares destinados a reconstruir físicamente a Haití, debería destinarse un buen porcentaje a restituir el alma de la isla: los niños.


La magnitud de lo que ha padecido la nación más pobre del hemisferio no puede ser entendida por notas de prensa o de televisión.


Todo aquel que está allá se queda corto para explicar cómo el sismo de hace ocho días dejó aún más lejos la posibilidad de Haití de ser un país viable. Es el infierno en vida.


Nadie más que los niños, muchos de ellos aún de brazos, sufren la situación tras el temblor y son ellos los que necesitan mayor ayuda.


Pero la oferta hecha desde Miami no es suficiente. Se necesitan cientos de organizaciones que den a los huérfanos de Haití una segunda oportunidad. Un verdadero chance de vida, porque quizá ni siquiera antes del sismo la tenían.


Están bien los mercados donados, las toneladas de medicinas enviadas y las decenas de médicos y socorristas que Colombia ha puesto como inicio para paliar la desgracia. Ojalá el país también ponga un Peter Pan. Ojalá el mundo no olvide que paralelo a la desgracia humanitaria, al caos político, a la inestabilidad de una isla que colapsa, se le suma la tragedia de los huérfanos que dejó el terremoto.

No hay comentarios: