Beatriz De Majo
El Colombiano, Medellín
Enero 20 de 2010
Las cosas venían mal desde el año 2002 cuando el gobierno chino decidió bloquear el acceso a la página estadounidense Google, después de declararla subversiva y enemiga de la celebración del Congreso del Partido Comunista. De allí en adelante la relación entre el gigante chino y el gigante cibernético ha pasado por toda clase de altibajos y se ha debatido intermitentemente entre el amor y el odio.
Google entró con el pie derecho en China en el 2006 cuando los navegantes de ese país lo abrazaron ardorosamente. Pero, de igual manera, tuvo que resentir el pisotón que le propinaron las autoridades de Beijing quienes exigieron hacer concesiones significativas en su filosofía libertaria a cambio del permiso de operación. Google se comprometió a bloquear en su buscador temas que el gobierno consideraba sensibles. La concesión parecía apenas un pequeño escollo que quedó empalidecido por el éxito temprano de Google entre los 100 millones de internautas del momento, lo que le otorgaba a la firma estadounidense la posibilidad de competir con su motor de búsquedas en las grandes ligas chinas.
No se imaginaron los ingenuos californianos que la censura oficial estaba allí para quedarse y para hacerse omni y pluri presente. El dilema entre bloquear o no bloquear se transformaría, desde el primer día, en una lucha a pulso con la oficialidad, una lucha que lo que esconde es la obsesión china por dominar la información y por concentrar el poder. El año pasado el buscador fue castigado por la agencia china encargada de vigilar los contenidos, por considerar que en su sitio web la lucha contra la pornografía no se practica. Y su acceso fue de nuevo bloqueado.
Un año ha transcurrido en medio de la diatriba y al despuntar el 2010 Google ha decidido detener las censuras a los resultados de las búsquedas y dice estar considerando renunciar a la tajada de la torta que representan los millones de usuarios que el gigante asiático le aporta hoy.
¿Es que Google se ha vuelto un defensor aguerrido del sagrado derecho a la información? No es posible creerlo. Google colabora aún hoy con Alemania y Francia bloqueando el acceso a las webs pro nazis.
Lo que ocurre es que Google parece haber al fin comprendido que dentro del modelo imperante en China, en el que el acceso a la información es, por diseño, limitado, la más poderosa herramienta del ciberespacio representa, sin la menor duda, una piedra en el zapato. El buscador no solo es capaz de guiar a sus usuarios hacia cualquier información que existe en la red, sino que además recopila datos sobre el comportamiento de sus usuarios.
Trasplantar tal esquema de libertad y, al propio tiempo de poder, al vientre de una nación que en el tercer milenio aún se siente "la Nación del Centro" lo que anuncia, por lo menos, son tempestades.
La alcahuetería de Google le ha salido cara, eso debe reconocerlo y disponerse a replantear su acuerdo con los chinos, otra vez más. O reconocer humildemente que la flauta no le sonó en China: después de cuatro años Baidu, su rival local, tiene 60% del mercado. Google no llega aún al 40%.
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