Liliane de Levy
El País, Cali
Enero 22 de 2010
¿Se está politizando una tragedia? Es lo que aparentemente está ocurriendo con Haití en medio de la desolación, el hambre y la muerte que azotan a esta desgraciada isla del Caribe. Los eternos críticos de Estados Unidos tienen la osadía de criticar la ayuda norteamericana a los haitianos insinuando que se hace por interés propio. Es así que algunos líderes suramericanos -con Chávez a la cabeza- dicen que el gobierno de Obama está aprovechando la desgracia para colonizar a Haití. Y por eso está utilizando tropas y buques en los procesos de socorro.
Por su parte, varios países europeos y Rusia acusan a Estados Unidos de abusar de su influencia en Haití para acaparar el aeropuerto de Puerto Príncipe y obstaculizar los esfuerzos de ayuda de los demás países. Y proyectarse como los campeones humanitarios del planeta.
Dentro de Estados Unidos también se escuchan perniciosos comentarios. Algunos alegan que para rehabilitarse ante la opinión y distraer su atención de los pobres logros de su primer año en Washington, el presidente Obama ha querido mostrar un liderazgo sin equívoco en la ayuda a Haití.
Escribo esta nota desde Estados Unidos y según veo no sólo el Gobierno se ha involucrado en salvar a los haitianos sino todo el pueblo norteamericano. No hay institución, negocio, empresa, supermercado, casa o persona que no esté haciendo algo por Haití en estos momentos. La espontánea respuesta a la tragedia les sale del corazón. Y una menor respuesta del Gobierno no hubiera sido tolerada. Pero la política es perversa, no tiene corazón y busca manipular, aún en momentos tan dolorosos. Además, nadie cree que Obama, con todos los problemas que debe resolver (Afganistán, Irán, Iraq, la economía, la salud, la inmigración...), quiera ser el único responsable de Haití. Él, más que nadie, desea que la comunidad internacional colabore en la tarea.
Otro aspecto de la politización de la tragedia de Haití proviene de África, donde de repente se acuerdan que los haitianos tienen raíces africanas y toca asistirlos en su desgracia. Voces prominentes de políticos africanos están pidiendo que su continente deje de estar inactivo ante el sufrimiento de sus ‘hermanos’ de Haití. Que esta vez deje de posar como ‘eterna víctima’ y se involucre de lleno en las operaciones de socorro. Dentro de estos llamados humanitarios se percibe la politización, la crítica a los gobiernos en el poder y un poco de populismo. Sin embargo, la novedosa idea está tomando cuerpo y en Senegal el Presidente anunció su voluntad de recibir en su país a refugiados haitianos, ofreciéndoles beneficios como casa, tierras fértiles para cultivar y otras opciones de trabajo. De modo que, en este caso preciso, la politización de la tragedia de Haití pudo haber inspirado una iniciativa interesante de parte de los africanos.
Finalmente, otro aspecto de la politización de la tragedia de Haití lo encuentro en el silencio ensordecedor en torno al extraordinario desempeño del equipo de ayuda enviado por Israel (cerca de 250) y que está logrando milagros. Fuera de desenterrar con vida a un grupo de ocho jóvenes estudiantes y un sinnúmero de otros sepultados con vida bajo los escombros, Israel montó en Puerto Príncipe un hospital muy sofisticado que atiende a miles de haitianos. Pues resulta que en todos los medios de comunicación este trabajo humanitario de enorme importancia no está mencionado. Contrario a la profusión de noticias que genera cualquier infracción de Israel. Allí juega la política. O el antisemitismo. De todas maneras no revela la obligada imparcialidad de la gran prensa en el manejo de las noticias.
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