domingo, 3 de enero de 2010

Un año crítico en seguridad

Alfonso Monsalve Solórzano

El Mundo, Medellín

Enero 3 de 2010

Termina un año crucial para Colombia, signado por el agudizamiento de una crisis internacional que luego de noventa años pone a Colombia frente a la posibilidad bélica con un vecino ideologizado y expansionista, aliado externo de la guerrilla, con la que comparte planteamientos estratégicos, la que toma un relativo nuevo aire, precisamente por la mencionada alianza y que serviría de quinta columna en el escenario hipotético de la confrontación militar con el país vecino.

Estudios recientes hablan de que Colombia no se encuentra preparada para un hecho de esa magnitud, ni tiene los suficientes recursos para enfrentar sola la amenaza externa, pero que a pesar de todo que es necesario hacer un esfuerzo en ese sentido para que haya una relativa fuerza disuasora, algo en lo que, según la información disponible en la prensa, ya se viene trabajando.

La alianza militar con los Estados Unidos bajo el gobierno de Obama, que tiene precisamente la intención de contrarrestar las amenaza terrorista y el narcotráfico y que significa un elemento disuasivo contra posibles agresiones externas, no ha sido, en mi criterio, ya antes expresado, lo suficientemente contundente por parte del gobierno del Norte, que ha actuado a la defensiva y se ha presentado como un mediador, cuando en realidad es un actor que toma posición. Incluso, a pesar de los desmentidos del embajador norteamericano, si se quiere un personaje importante pero no suficientemente representativo del pensamiento del gobierno de Obama, nadie, en el altas esferas que trazan la política internacional de ese país, salió a desmentir al medio norteamericano que señaló que sus fuentes habían expresado que el tratado de las bases se firmó por petición colombiana.

No obstante, la sola existencia del tratado ha revelado las intenciones del presidente Chávez, que entiende perfectamente que no es lo mismo una agresión a Colombia con una alianza militar colombiana con USA que sin ella. De hecho su intención es evitarla, ya sea llevando a los Estados Unidos a renunciar a ella o a conducir a Colombia a que desista. Por eso, a nuestro país le conviene que el tratado se mantenga y debe hacer lo necesario para que ese objetivo se cumpla, aunque tengo mis dudas, también ya manifestadas, de que Obama sea un aliado confiable. Hacer lo necesario significa dar las seguridades necesarias a los países suramericanos de que no se trata de una alianza ofensiva, para evitar el aislamiento en el subcontinente; no caer en provocaciones y convencer a Obama aun más de que hay intereses estratégicos comunes en juego: la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico

Afortunadamente en la frontera sur ha disminuido la tensión y tiende a tejerse unas relaciones estables y respetuosas, luego de meses de enfrentamiento. Por un tiempo la guerrilla no tendrá, un santuario y retaguardia estratégica. Aunque sólo se produzca este hecho en virtud de razones económicas y del déficit energético del Ecuador, como apuntan algunos analistas, permite concentrar esfuerzos, lo que mejora las posibilidades de seguridad interna y de protección de la soberanía nacional.

Así las cosas, el tiempo se convierte en la clave del problema porque se requiere un lapso importante para prepararse para cualquier eventualidad, mejorando los recursos propios y evaluando la posición de los Estados Unidos. Más aun cuando el próximo es un año electoral en el que se está jugando la estrategia para enfrentar las amenazas interna y externa, que actúan coordinadamente. Los últimos acontecimientos –el secuestro y asesinato del gobernador Cuellar y otras acciones de la guerrilla, así como las amenazas constantes del presidente Chávez, buscan, precisamente, influir en el electorado colombiano. Hay mucho en juego, entonces, y el balón está en el campo de la ciudadanía que es la que tiene que elegir qué país quiere.

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