domingo, 15 de marzo de 2009

De crisis financieras y nacionalizaciones

Carlos Caballero Argáez

El Tiempo, Bogotá

Marzo 14 de 2009

 La crisis financiera mundial continúa profundizándose. En la semana anterior, la acción del Citigroup se cotizó brevemente por debajo de 1.00 dólar cuando hace dos años el valor correspondiente oscilaba entre 50 y 60 dólares por acción. En esta, el precio de la acción subió un poco. Pero, de todas maneras, su capital cayó abruptamente; es inferior al de un banco nacional como Bancolombia.

En los últimos meses del banco , el gobierno de Estados Unidos tuvo que inyectarle al Citi la suma de 45.000 millones de dólares, que se convirtió en acciones ordinarias de la entidad. El Gobierno participa ya con el 36 por ciento del capital y es, de lejos, su principal accionista individual. Y como es altamente probable que la entidad requiera más capital debido a la magnitud de sus pasivos, no sería de extrañar que la propiedad del Citi termine, más temprano que tarde, en manos del Estado.

La verdad es que los principales bancos de los Estados Unidos requieren fuertes dosis de capital. El que tuvieron ya no vale nada. El mercado se ha encargado de que los accionistas actuales de bancos como el Citi paguen por las erradas decisiones estratégicas de sus administradores, la mala gerencia, los embelecos de los banqueros de inversión, la contabilidad "creativa" y la falta de una regulación apropiada. Al entrar el Estado como accionista mayoritario de un banco sin capital, salva a sus depositantes y no a sus dueños. Así protege el sistema de pagos en la economía y propicia el restablecimiento de la confianza pública en los bancos.

El asunto me ha hecho recordar episodios de las crisis financieras registradas en Colombia en los últimos 30 años. En la de 1982-1987, por ejemplo, fue necesario proceder a la nacionalización u oficialización (para efectos prácticos, el Estado tomó su control accionario y su manejo) de varios bancos. Entre ellos, el más grande del sistema, el Banco de Colombia, y otros como el del Estado, el del Comercio, el Tequendama y el de Los Trabajadores. La figura utilizada fue la de "reducir" nominalmente el capital; es decir, diluir absolutamente a los accionistas de la época -las acciones quedaron valiendo un centavo- para que, posteriormente, el Gobierno procediera a ponerles el capital, ante la incapacidad de los inversionistas privados para hacerlo. El tratamiento fue exitoso. La mayoría de esos bancos se privatizaron después de sanearse, como el Banco de Colombia; otros, simplemente terminaron liquidándose unos años después, como el Banco del Estado. Haber actuado de esta manera contribuyó a resolver la crisis.

En la crisis de 1997-2001, la figura de la "reducción" nominal del capital se utilizó en el caso de Granahorrar; en otros, Fogafín, o bien capitalizó directamente algunos bancos, o les suministró crédito a sus accionistas para que lo hicieran. En ambas situaciones, la de los ochenta y la de los noventa, el Estado se vio forzado a actuar.

Así tenga una mala imagen entre el público, la gente debe entender que el sistema financiero es crucial para que la economía funcione y que, por lo mismo, si algo es positivo en este momento en Colombia, es que los bancos arrojen un buenas utilidades. Y que es preferible que los bancos tengan dueños privados porque el Estado no es un buen administrador de las entidades financieras.

Así se confirmó en la crisis de los noventa en Colombia, cuando dos instituciones tan importantes como la Caja Agraria y el Banco Central Hipotecario tuvieron que cerrar sus puertas por la podredumbre que se les encontró por dentro, consecuencia del manejo politiquero que se les dio.

La nacionalización de los bancos gringos es una decisión sumamente difícil para el gobierno del presidente Obama y tendría repercusiones políticas e internacionales imprevisibles. Todo parece indicar, sin embargo, que es inevitable.

                                      * * *

No hay comentarios: