viernes, 6 de marzo de 2009

La encrucijada sindical

Editorial

El Universal, Cartagena

Marzo 3 de 2009

La detención de Juan Efraín Mendoza Gamba, secretario general de Fensuagro, en el campamento del “Negro Antonio” por parte del Ejército Nacional, pone al sindicalismo nacional en una encrucijada cuando este movimiento intenta jugar cada vez más en el ámbito internacional, en el que le hacen oposición al Gobierno de Uribe, mostrándolo como de extrema derecha y antisindical, mientras se presenta a sí mismo como democrático.

El Gobierno ha venido sugiriendo de maneras diversas que entre los movimientos sociales de izquierda en Colombia hay muchos quienes les jalan a “la combinación de todas las formas de lucha”, queriendo decir que cumplen con la estrategia guerrillera de que al poder se llega utilizando varios métodos simultáneos, y aunque la lucha armada es el principal, los demás ayudan y son válidos.

Se sabe que las Farc –especialmente “Alfonso Cano”- le trabajan fuerte a su Partido Comunista Clandestino de Colombia, o PC3 (PCCC). Según El País de Cali de ayer, éste comenzó en 2000 en la Zona de Distensión, y entre las primeras 70 personas reclutadas “había periodistas, médicos, dirigentes políticos, educadores, sindicalistas y profesionales en distintas áreas con un nivel educativo alto”. No son civiles estrictamente hablando, ya que –según El País- los entrenaron en manejo de armas cortas y explosivos. No se limitan a estar en Colombia, sino que hacen proselitismo internacional.

Uno de los propósitos de las Farc con el PC3 es tener “cuadros” políticos en su sitio para una transición eventual del monte hacia la participación formal en la política electoral para la toma del poder, aunque sin dejar las armas jamás. En ese paradigma “fariano” de triunfo electoral, las Farc se convertirían en Gobierno y Ejército del Pueblo de Colombia, remoquete que ya se dan a sí mismas.

El Gobierno de Uribe cuestiona –a veces sutilmente y otras no tanto- a algunos ex integrantes del M19, ahora del Polo Democrático, y les exige que se pronuncien categóricamente en contra de las Farc, lo que no todos hacen con claridad. Ese mismo reclamo le viene haciendo el senador Gustavo Petro a las directivas del Polo, su partido hasta anteayer.

Si llega a primar la paranoia, todos los dirigentes y simpatizantes de la izquierda quedarán estigmatizados como sospechosos de ser del PC3, y si se llega a la desprevención absoluta, quienes sí pertenecen a este partido lograrán infiltrarse en muchas partes. Es imperativo que prime un aparato judicial libre, independiente y respetado, para no caer en cualquiera de los extremos.

La captura del presidente de Fensuagro por parte del Ejército en un campamento de las Farc -malqueridas por los colombianos- aviva las dudas acerca de quién es un izquierdista legítimo, civilista y demócrata, y quién no. No ayuda en nada al sindicalismo que uno de los suyos –y no uno cualquiera- haya sido hallado en un campamento guerrillero.

Aunque injusto, los sindicatos están a la defensiva dentro y fuera del país. Tendrán que convencer a todos de que desaprueban de las Farc y no le jalan a la “combinación de todas las formas de lucha”, mientras sus opositores sugerirán que sí, hasta que se aclare la detención de Mendoza Gamba.

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