martes, 3 de marzo de 2009

Los intocables

Por Saúl Hernández Bolívar

El Tiempo, Bogotá

Marzo 3 de 2009

 

Mientras el país debería estar debatiendo temas importantes -como el problema de las trochas o la forma de enfrentar una crisis a la que todavía está por vérsele la cara más amarga-, la oposición sigue empecinada en alimentar un barullo interminable para ahuyentar el temido fantasma de la reelección y tomarse el poder por la vía del escándalo y no de las propuestas.


Si bien es de suponerse que las confesiones hechas por un informante a Semana son ciertas -aun cuando se basan en el evento mismo de la destrucción de las pruebas-, no es defendible que unas grabaciones se consideren reprobables y otras no, dependiendo de en qué lado del espectro político se halle el paciente. Los medios divulgan grabaciones casi a diario -algunos pagan por ellas- y, felices con su 'chiva', nunca hacen un examen de conciencia o un juicio moral sobre la forma en que se interceptó la comunicación; si había o no una orden judicial, si se violó o no la intimidad del investigado y si, en realidad, constituye prueba de algo. Todo se perdona cuando el registro magnetofónico devela acciones delictuales de los contertulios, pero se nos olvida que no siempre caza el tigre; para lograr una confesión hay que grabar muchas horas de cháchara tan inocua como íntima.


Muchos acusan a 'Herr Uribe' de ser el instigador de las pesquisas ilegales contra personas cuya probidad no se permite cuestionar y se molestan por la supuesta criminalización que el presidente Uribe hace de sus contradictores. Pero es que el mismo Gustavo Petro acaba de declarar (Semana, 14-02-2009) que un sector del Polo duda de la legitimidad de las FF. AA. y de que estas deban ostentar el monopolio de las armas.


Dice Petro que, en una reunión de juventudes del Polo, afirmaron "que el secuestro es un arma política y que la guerra que estamos viviendo es justa", y añade que cuando la gente que lo apoya se retiró, los demás les decían: "Gomelos, se merecen un fusilamiento".

Un opositor como Pedro Medellín (EL TIEMPO, 24-02-2009), admite que en el DAS "siempre" se han trabajado objetivos que puedan amenazar la seguridad del Estado y del Presidente y que, "como ha ocurrido en todos los gobiernos", el DAS mantiene informado al Presidente sobre las actuaciones de ciertos personajes e instituciones. Con esto, el doctor Medellín pretende demostrar que el presidente Uribe está detrás de las 'chuzadas'. Pero si se trata entonces de una costumbre arraigada, practicada por todos los presidentes y todos los gobiernos, ¿cuál es el escándalo?


Si Uribe es el artífice de este presunto 'watergate', ¿cómo es que a Gustavo Petro le entregaron una copia de la orden ultrasecreta que había para investigarlo y por qué corrieron a destruir archivos si el nuevo director es otra marioneta del mismo titiritero? Eso carece de lógica; no encaja. En cambio, abundan los indicios de que el DAS ha estado actuando como una rueda suelta, vendiéndole información al mejor postor -incluyendo a gobiernos extranjeros-, lo que entraña un gran peligro. Si ello es cierto, hay que reclamarle al Gobierno una cirugía mayor para que hacer 'inteligencia' no sea sinónimo de abusar, ultrajar o transgredir la ley.


Es válida la dicotomía entre 'chuzada' legal e ilegal; lo que no es válido es querer establecer una segregación entre tocables e intocables. Si el Gobierno admitiera que investiga a algún sector de la oposición, o que pretende hacerlo, el escándalo sería igual porque algunos contradictores pretenden confundir el derecho de pensar distinto, y pedir garantías para hacer oposición, con un supuesto derecho a rebelarse o a servirles de comparsa a individuos que ejercen la violencia para lograr sus fines. 


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Dice un axioma que "la pluma es más poderosa que la espada". Por eso su nombre de combate no pudo ser más apropiado; como notable su trayectoria, admirable su valor en la adversidad y tempranera su partida. ¡Au revoir, D'Artagnan!

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