lunes, 16 de marzo de 2009

Pelando el cobre

Por Saúl Hernández Bolívar
El Mundo, Medellín

Marzo 16 del 2009

Piedad Córdoba ha pelado el cobre en innumerables ocasiones. Ahora viene a decir que está de acuerdo con la reelección de Chávez pero no con la de Uribe porque “en Colombia no existe el Referendo Revocatorio y porque en principio no estamos de acuerdo con el tema de la reelección en Colombia”. ¿Habrase oído argumento más anodino? Y agrega que “el pueblo venezolano tomó una decisión soberana, holgada, con una mayoría absoluta”, refiriéndose al referendo del 15 de febrero anterior.

Pero es que Piedad omite que el 2 de diciembre de 2007, el pueblo venezolano le negó a Chávez la reelección indefinida ―lo que él llamó “victoria de mierda” de la oposición― y que el coronel se pasó por la faja el mandato del pueblo y reincidió en su referendo después de asegurarse de tener bien engrasadas las maquinarias para ganarlo. 

A eso llama Piedad dizque “autodeterminación de los pueblos”, por eso tendrá que aceptar ―vivir para ver― la legitimidad de otra reelección de Uribe si el referendo lo autoriza. Además, la senadora Córdoba debe saber que la Constitución colombiana (Art. 40), dispone la revocatoria del mandato de cualquier funcionario elegido por voto popular, verbigracia el Presidente de la República. 

Esta señora cuestiona la legitimidad del mandatario con mayor favorabilidad del continente americano ―por encima de Obama― y, tal vez, de todo el mundo. En cambio, le debe parecer muy legítima la creación del Movimiento Socialista Bolivariano en Colombia, cuyo fin es tener un candidato presidencial de línea chavista. Esto coincide con la última encuesta de Invamer, en la que Córdoba resultaría ganadora de la consulta del Partido Liberal gracias a la notoriedad lograda por la entrega que le hicieron las Farc de varios secuestrados. Claro que a ese Partido no le suena para nada que Piedad sea su candidata, y pueden sentirse tranquilos ―sobre todo Héctor Elí―, pues Piedad es la carta de Chávez en Colombia. 

Otro que ha pelado el cobre flagrantemente es el ex presidente Ernesto Samper, el del elefante. 

Samper se fue hasta Quito para expresar que el bombardeo a ‘Reyes’ había sido un acto “bochornoso”. Luego le declaró a El Espectador (marzo 6), que él no hubiera bombardeado el campamento de ‘Reyes’, revelación innecesaria puesto que su gobierno nada hizo contra la subversión y esta se hinchó como un tumor. Es decir, su renuncia a cumplir la ley es de viejo cuño conocida. 

Es tal la tirria que algunos le cargan a Uribe Vélez, sobre todo esa rancia aristocracia bogotana acostumbrada a departir en cocteles y francachelas con el presidente de turno, que a esas críticas vacuas de algunos comentaristas (por la religiosidad del Presidente, por lo campechano, por su inglés mal acentuado) se sumó una de Daniel Samper Pizano, el hermano del elefante. Este ilustre, erudito y reputado periodista, miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua, se deslenguó diciendo que “no contento con perseguir militarmente a las Farc, el presidente Uribe se propone aniquilarlas gramaticalmente. Ya les anunció que no busquen ‘escondidijos’, término que ni siquiera permitirá que se oculten en el diccionario, porque allí no aparece” (El Tiempo, 03-03-2009). Pero sí aparece, nada menos que en el diccionario oficial de la Real Academia de la Lengua, y a Samper le tocó pedir disculpas. Qué pena, pero eso le pasa por fiarse del diccionario de Microsoft Word. 

Otros que pelan el cobre son los del Polo Democrático Alternativo. A Carlos Gaviria no le gusta la reelección de Uribe pero sí la suya propia como presidente del Partido y candidato (eterno) a la presidencia. Samuel Moreno Rojas fue elegido como alcalde de Bogotá sólo por la promesa de construir el metro pero terminó convirtiendo su administración en un avispero de clientelismo. Y el indígena Francisco Rojas Birry, personero de la capital, terminó enredado por haber recibido una fuerte suma de dinero de la pirámide DMG. La izquierda se ha jactado de ser impoluta, ajena a la corrupción de la política tradicional, pero esa no es más que una pose. 

Igual pasa con David Murcia Guzmán, quien sigue dándoselas de empresario para tratar de salvarse de una condena justa. Mientras Bernard Madoff se declara culpable y se apresta a afrontar una condena de 150 años, Murcia va a terminar pagando 8 ó 10. Por eso estamos como estamos, porque la justicia también pela el cobre.

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