lunes, 18 de enero de 2010

Dialogar... ¿con quién?

José Jaramillo Mejía

La Patria, Manizales

Enero 18 de 2010

Los analistas, asesores, consejeros y observadores, que creen poseer la verdad revelada, suministran sus teléfonos privados a los periodistas para que les pidan opiniones acerca de todo lo que sucede, en Colombia y en el mundo; almuerzan en los clubes sociales y en los restaurantes más cotizados con altas personalidades del mundo social y económico y ostentan títulos académicos de mucha enjundia, adquiridos en Europa y Estados Unidos; además de que manejan con fluidez por lo menos dos idiomas distintos al español, aconsejan al gobierno, acerca del problema de la subversión, terrorista y narcotraficante; y de las relaciones tensas con países vecinos, dialogar. Sin entender tales oráculos criollos que para dialogar se necesitan por lo menos dos personas; y que ambas hablen un idioma común. Además de que, para dirimir conflictos entre las partes, haya una mínima voluntad de encontrarse en un acuerdo y se actúe de buena fe. “Elemental, mi querido Watson”, como decía Sherlok Holmes. Que es exactamente lo que no sucede con las Farc y con el presidente Chávez, de Venezuela, que proponen arreglos que ya saben cómo van a incumplir; y mientras tienden la mano al interlocutor le hacen pistola con los dedos de los pies.


Si en algo está acertado el presidente Uribe es en sostener la idea de que no se puede llegar a acuerdos con terroristas que avalan sus pretensiones absurdas con la vida de inocentes en su poder, lo que les permite hacer exigencias absurdas, que ningún gobierno puede aceptar, pisoteando la dignidad del país y comprometiendo el bienestar de las grandes mayorías de colombianos de bien.


Lo que le acaba de suceder a la familia que tiene a uno de sus miembros secuestrado y negoció el rescate por 60 millones de pesos, contra la opinión del Gaula, como reconoció la señora que hizo el trato, para que después le salieran los guerrilleros con que esa era la cuota inicial de lo que debían pagar por la alimentación y los cuidados brindados al retenido, es indignante; y causa humillación y rabia. ¿Y con gente de esa pretenden los analistas y consejeros gratuitos que el gobierno dialogue?


En cuanto a Chávez, éste ha demostrado que, además de ser un patán, no tiene el más mínimo sentido de seriedad en sus acuerdos y de respeto por los colombianos y sus instituciones. Todo lo cual juega en contra de ambos pueblos, para alimentar la megalomanía y prepotencia del mandatario vecino, a quien no le importan la ONU, ni la OEA, ni los acuerdos comerciales… Y cambia de opinión cada que se cambia de calzoncillos. Bien han hecho el presidente Uribe, sus ministros, los altos funcionarios del estado y los empresarios colombianos en poner oídos sordos a las parrafadas que lanza Chávez en sus alocuciones semanales y más bien trabajar en buscar alternativas comerciales que reduzcan la dependencia de los productos colombianos del mercado venezolano, mientras las cosas se normalizan, atenidos a que “no hay mal que dure cien años”. De modo, ex presidente Samper, que “¿por qué no se calla?”.

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