lunes, 18 de enero de 2010

Una mirada ponderada a la seguridad

Santiago Montenegro

El Espectador, Bogotá

Enero 18 de 2010

La tasa de homicidios, que había subido entre 1998 y 2002 desde 56 a 66 por cien mil habitantes, comenzó a caer a partir de este último año y se situó en 35 en 2009 (con el nuevo censo y los datos de la Policía Nacional). Pero la caída en la tasa del secuestro extorsivo fue aún más espectacular, pues disminuyó en forma continua a partir de 2000, cuando logró un máximo histórico de más de 9 por cien mil habitantes, y se situó en 0,4 el año pasado. Estos son datos objetivos que la mayor parte de la población aprecia y reconoce como un logro de la política de Seguridad Democrática de los dos gobiernos del presidente Álvaro Uribe. Desconocer esta realidad es algo necio y, para quienes pretenden ser elegidos a las corporaciones públicas, me parece que negarlo sería, no sólo torpe, sino también un suicidio político.

Pero, para los académicos, analistas, empresarios y todos los que tratamos de estudiar estas cifras a la luz de una visión de largo plazo de Colombia, tenemos que analizar, no sólo lo que se ha logrado, sino también lo que falta por recorrer. Y, con serenidad y sin apasionamientos, hay que reconocer que el camino hacia delante es aún largo porque el número de homicidios en Colombia sigue siendo excesivamente alto. Si queremos llegar a ser un país con, al menos, un nivel medio de desarrollo y ser apreciados por la comunidad internacional, tenemos que continuar reduciendo en forma sistemática las tasas de violencia. Algunas cifras ilustran claramente la brecha que nos separa de otros países. En tanto Colombia tuvo una tasa de 35 homicidios por cien mil habitantes en 2009 (o 39 con las cifras de Medicina Legal), Alemania tiene una tasa de 0,9, Suiza de 2,2 y los Estados Unidos una de 5,4. Pero tampoco nos comparamos favorablemente con relación a muchos países en vías de desarrollo, como Perú que tiene una tasa de 5, China de 2 y Chile de sólo 1,6 homicidios por cien mil habitantes. Como consecuencia, Colombia tiene la décima tasa más alta del mundo entre 144 países (o la octava, según las cifras de Medicina Legal), siendo Honduras el país más violento y Venezuela el segundo. Según datos de Steven Levitt, una tasa de homicidios como la que tuvo Colombia en 2009 es semejante a la que tenían Alemania y Suiza en el siglo XIV. También tenemos que prestarle atención al hecho de que la velocidad de caída del homicidio se ha mermado recientemente. Según los datos de la Policía Nacional, la tasa de homicidios en 2009 sólo cayó un 2,7% con relación a 2008, con un total de 15.707 homicidios. Pero, según Medicina Legal, la cifra de 2009 fue de 17.565 homicidios, un 15% más que el año anterior.

Pero las cifras de un año no nos deben impedir ver el cuadro con una perspectiva más amplia. Por un lado, hay que reconocer el enorme esfuerzo y los logros alcanzados en los últimos años gracias a la política de seguridad y gracias también al trabajo, al sacrificio y a la dedicación de las Fuerzas Armadas y de Policía. Pero, por otro, debemos ser muy conscientes de que, como sociedad, tenemos que seguir adelante y continuar reduciendo en forma drástica estos niveles de violencia, que siguen siendo intolerablemente altos.

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