Germán Danilo Hernández*
El Universal, Cartagena
Enero 19 de 2010
Los departamentos del Caribe colombiano protagonizarán un hecho político histórico.
La consulta del próximo 14 de marzo, con el “Tarjetón Caribe”, permitirá a los costeños decidir si son o no partidarios de ser una región autónoma, lo que determinaría un gran paso para la nueva organización del Estado colombiano.
La falta de más información sobre el proceso impide que muchos dirigentes y ciudadanos comprendan la dimensión real de la iniciativa e inclusive algunos piensan que es segregacionista.
La propia Constitución Política Nacional, en su artículo 306, establece que “dos o más departamentos podrán constituirse en regiones administrativas y de planificación, con personería jurídica, autonomía y patrimonio propio. Su objeto principal será el desarrollo económico y social del respectivo territorio”.
Los promotores del Tarjetón Caribe hicieron una lista larga de razones para impulsar un esquema administrativo que dé mayor autonomía a la región, históricamente sumida en un centralismo agobiante y causante de parte de su rezago económico y social.
Entre tales razones se destacan que somos el 21,3% de la población total del país, pero apenas participamos con el 14,3% en el Producto Interno Bruto (PIB), por debajo de Bogotá, que tiene el 25,9%; que nuestra tasa de desempleo y subempleo casi dobla el promedio nacional; que la industria se concentra en la región andina; que nuestra cobertura en educación superior es de 16%, mientras el promedio nacional es del 26%; nuestra tasa de analfabetismo es de 9,49, casi el doble del promedio nacional (5,67%) y 6 veces la de Bogotá (1,59%). Nuestra tasa de mortalidad infantil es mayor a la nacional; tenemos el 25% del déficit total de vivienda de todo el país; tenemos la mayor tasa de desnutrición crónica (14%) frente al 9,3% del promedio nacional, y somos la región del país con la mayor población en pobreza y miseria.
Tales indicadores mejorarían con una visión diferente de desarrollo regional; un reordenamiento territorial nuevo e incluyente, que dé la importancia que merece, por ejemplo, a los sures olvidados de los departamentos costeños y garantice equidad en la distribución de la inversión pública en la región, entre otras tantas posibilidades.
Quienes piensan que la corrupción alta de nuestra dirigencia costeña ha contribuido al atraso del Caribe y amenaza el proceso de regionalización, tienen algo de razón, pero son los pueblos los que deciden su historia y ya hay evidencias de transformación en varias ciudades costeñas, que lograron nuevos modelos de gobierno, como lo analiza en su editorial del pasado domingo El Heraldo.
Si bien los votos del próximo 14 de marzo con el Tarjetón Caribe no son jurídicamente vinculantes, sí representarán una posición política fuerte, que no podrán desconocer las fuerzas ocultas y evidentes del centralismo, despejando un poco el sendero hacia la autonomía regional.
Con el slogan “Región Caribe Ya” se comienza a identificar esta iniciativa, que no puede confundirse con una campaña de políticos que decidieron sumarse a la iniciativa, liderada por los gobernadores costeños. Independientemente de partidos o ideologías, marcar SÍ en el tarjetón es la mejor forma de avanzar y decidir: “sí Caribe, sí Colombia”.
*Trabajador Social y periodista, docente universitario, asesor en comunicaciones.
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