jueves, 21 de enero de 2010

El nuevo "Dorado" de la Orinoquia

José E. Mosquera

El Mundo, Medellín

Enero 21 de 2010

La confiscación por parte de la Policía Nacional de casi 18 toneladas de Coltan, en Puerto Inírida, Guainía, puso en evidencia la existencia de este estratégico mineral en Colombia. Una piedra de color azul-verdoso que se ha convertido en un elemento de vital importancia para el desarrollo de tecnologías de punta en el mundo.

Hasta hace poco, en sólo nueve países se habían encontrado yacimientos de Coltán: Congo, Australia, Tailandia, Brasil, Canadá, Egipto, Sudáfrica, Nigeria y Malasia. Pese a que desde hace varios años se había hablado sobre su existencia en la Orinoquia colombo-venezolana, sólo hasta el año pasado, con el hallazgo de un yacimiento al sur de la Orinoquia venezolana y ahora con el decomiso de 17.829 kilogramos en el departamento de Guainía, se supo con certeza de la existencia de reservas en ambos países.
En el caso de Venezuela, tras el hallazgo de aquel filón, el gobierno ordenó la militarización de la región y la suspensión de su explotación e indicó que las reservas podrían ser del orden de los 100 mil millones de dólares. Sin embargo, no son tan creíbles hasta el momento las cifras sobre las reservas venezolanas, igual sucede con los anuncios sobre los hallazgos de algunos yacimientos en Bolivia. En cuanto a Colombia, también existen ciertas dudas acerca de que somos poseedores del 5% de las reservas mundiales, debido a que no se conocen estudios serios que sustenten dichas estadísticas y, más aún cuando el ministro de Minas, Hernán Martínez, ha dicho que se tiene conocimiento de la existencia del mineral en Vaupés, Guaviare y Guanía, pero que se desconoce en qué cantidad.

Especulaciones que están sirviendo para que crezca ola de desplazamientos, de especuladores y de traficantes ilegales hacia la Orinoquia colombiana, en la búsqueda del nuevo “dorado”.

Según Ingeominas en su dependencia reposan 300 solicitudes de permisos para la explotación de esta piedra en la Orinoquia, pero que ha decidido suspender su trámite. Se sabe que una empresa privada tiene un permiso de explotación en un área de 35 mil hectáreas entre Guanía y Vichada, en un resguardo indígena y que los comerciantes le están comprando a los indios el kilo de Coltan a $ 20.000, cuando en los mercados internacionales, el precio de una tonelada oscila entre los 80.000 y 100.000 dólares. Por lo tanto, el kilo se vende, entre 80 y 100 dólares, lo que indica que su costo podría estar entre $160 mil y $ 200 mil en el mercado nacional.

La incautación del cargamento de este mineral en Puerto Inírida prende las alarmar sobre las explotaciones y los tráficos ilícitos desde los ríos Inírida y Guaviare hacia los mercados internacionales por rutas de Venezuela, Perú y Brasil, hacia los mercados internacionales.

Por consiguiente, es de suma importancia que el gobierno reglamente su explotación y fije los tipos de gravámenes que deben pagar los empresarios y comerciantes por concepto de su aprovechamiento y comercialización, antes que este nuevo “dorado” de la Orinoquia se convierta en una piedra maldita en Colombia.

Más allá de lo que ocurre en el ámbito nacional, es bueno anotar que las principales reservas mundiales de Coltan se encuentran localizadas en las regiones de Ituri y Kivu, en la República Democrática del Congo, en África Central. País que posee el 80% de las reservas internacionales probadas, pero que su explotación y su comercio se han convertido una de las principales causas de su inestabilidad institucional y generadores de una desgarradora guerra civil que ha dejado un saldo trágico de millones de muertos y cientos de refugiados en los países vecinos y al Congo al borde del colapso institucional.

Un país en donde las luchas por el control del poder han servido para ocultar las sigilosas alianzas políticas, económicas, militares y tribales que se han configurado en las últimas décadas, entre políticos congoleses, fuerzas rebeldes, grupos tribales, dictaduras, compañías mineras nacionales y transnacionales, varios gobernantes y líderes políticos de otros países de África Central para controlar la explotación y el comercio ilegal de este mineral en los mercados internacionales.

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