viernes, 15 de enero de 2010

Haití, reto para el mundo

Editorial

La Patria, Manizales

Enero 15 de 2010

Colombia podría poner a consideración de la ONU para que en Haití se aplique el ejemplo de reconstrucción de Armenia luego del terremoto de 1999 que semidestruyó la capital quindiana y que fue modelo de efectividad.

Impactantes y desgarradoras resultan las imágenes conocidas de la catástrofe que desde la tarde del pasado martes vive Haití por cuenta de un devastador terremoto que sacudió la empobrecida isla del Caribe y que de acuerdo con evaluaciones primarias de las autoridades destruyó casi la totalidad de su capital, Puerto Príncipe, además de daños cuantiosos en otras ciudades.

Pero si la devastación por el terremoto resulta dolorosa, lo son más las dramáticas escenas de personas sin vida y heridas cuyas cifras no oficiales parecen increíbles, pues se habla de cerca de 50 mil muertos y no menos de tres millones entre lesionados graves y leves. Esos números, de ser ciertos, reflejan la magnitud de lo acontecido pues casi la mitad de la población de Haití, que tiene unos nueve millones de habitantes, tuvo afectación con este hecho.

Sorprende la reacción del mundo frente a semejante tragedia pues casi todos los países del continente americano, además de las más importantes naciones desarrolladas y organizaciones no gubernamentales, han enviado u ofrecido expertos en rescate con equipo de última tecnología, mientras las donaciones de dinero, alimentos, agua y artículos de primera necesidad se cuentan por toneladas.

Lo que vive la isla caribeña, que no es el primer desastre que enfrenta pues en su historia reciente ha sido objeto de huracanes y tormentas tropicales de todos los niveles de gravedad los cuales han dejado miles de muertos y cuantiosos destrozos materiales, debe llevar a la comunidad internacional representada en la ONU a plantear un modelo de intervención y de reconstrucción que no sólo acabe con la pobreza extrema que vive la isla, sino que apunte a eliminar la corrupción que es tan lesiva como los efectos naturales que la han aquejado durante décadas.

En ese contexto Colombia podría poner a consideración el ejemplo de reconstrucción que se aplicó para Armenia luego del terremoto de 1999 que semidestruyó la capital quindiana y que se llamó Forec (Fondo de Reconstrucción de la zona cafetera). Fue gracias a este modelo, en el gobierno del presidente Andrés Pastrana, que se superó rápido y de manera ejemplar la emergencia.

Sin duda el plan de acción frente a esta tragedia tiene que apuntar primero a atender a los millones de heridos, a rescatar a quienes permanecen atrapados bajo los escombros, a ofrecerle alimento a toda la población, a controlar las epidemias, a sepultar los centenares de miles de cuerpos sin vida y a superar los brotes de delincuencia y de saqueadores que hacen de las suyas en medio del drama.
Ojalá los líderes del mundo sepan dirigir sus políticas en pro del pueblo haitiano que necesita orientaciones claras y efectivas en este momento de infortunio. Es la oportunidad para atender una tragedia de incalculables proporciones como gesto humanitario, más si se trata del más pobre de los países del continente donde los desastres, la corrupción y las guerras internas lo han llevado a la ruina social y económica.


De igual manera esta trágica realidad que vive un pueblo cercano debe llevarnos a todos a reflexionar sobre la posibilidad de que nos golpee una emergencia de similares características, más si se tiene en cuenta que habitamos en una zona de riesgo sísmico y que ya hemos enfrentado dolorosos episodios, aunque no de la magnitud de los que vive Haití. En ese sentido qué bueno plantear nuevamente simulacros y revisiones para saber la capacidad que se tiene de enfrentar una posible emergencia que no sabemos si puede ser tan grave o no como la que tiene de luto a los haitianos y al mundo.

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