sábado, 16 de enero de 2010

La obsesión de Daniel Coronell

Carlos Andrés Pérez

El Colombiano, Medellín

Enero 16 de 2010

Al no existir oposición organizada en Colombia, en cabeza de partidos políticos con capacidad de debatir en el Congreso como debe ser, este oficio de vital importancia en cualquier democracia se traslada a personajes que quieren aprovechar espacios de alta sintonía o lectura para graduarse a sí mismos como jefes de la contraparte del gobierno de turno. Así lo vemos a diario en los medios, en los que algunos, haciendo mal uso de la legitimidad que dan reconocidas casas periodísticas, se dedican a fabricar historias o lo que es peor: a mentir abiertamente.


Mentir no es sólo acudir a informaciones irreales, también lo es presentar datos fuera de contexto para producir un efecto dañino. Los consultores políticos que hacen campaña sucia dicen con frecuencia que "lo que es cierto y lo que se cree que es cierto producen los mismos resultados". Es la perversidad de la mentira con datos distorsionados, sacados de lugar, a tal modo que una acción corriente se hace pasar como la más baja de las mezquindades.


El papel de la oposición, como quiere hacernos creer Daniel Coronell, no es simplemente decir no a todo lo que el Presidente diga sí, ni minar los cimientos de un gobierno haciendo daño a toda costa. Y como este periodista dejó su labor como tal y se graduó de jefe opositor, tenemos derecho a exigirle que abandone los ataques personales y sus críticas tengan bases más allá de lo que hagan o dejen de hacer el círculo de delincuentes que según él rodea al Gobierno.


Pero eso sería pedirle demasiado, le pasaría seguramente lo que a Aznar en España, luego del primer debate contra González en 1993.


Ese lo ganó porque sólo iba preparado para atacar y cumplió el objetivo; pero en el segundo, realizado una semana después, calló descolorido frente a su rival, cuando éste le cuestionó su propuesta sobre el desempleo: "no es capaz de decir qué prevé su programa para los desempleados porque no hay ni una sola línea en su programa dedicada a eso", dijo González. Atacar es muy fácil, argumentar no.


En el nuevo rol que se autoimpuso Coronell, hace falta tener una regla de principios éticos: destruir al presidente Uribe y a su gobierno, no implica arrasar con todo lo que esté cercano, ni con lo que ideológicamente se le parezca. Tratar de hacer pasar, como lo hizo en Semana , a doña Ana Mercedes Gómez como una persona sin moral, pone en evidencia la saña con la que actúa cada semana este inquisidor.

Es muy seguro que por el bajo perfil que siempre quiere mantener doña Ana Mercedes, habría sido mejor que esta columna no se escribiera. Primero, porque una persona de su honra no necesita defensores y, segundo, porque seguir alimentando el ego del nuevo jefe de la oposición es una de las herramientas que él busca para hacerse más visible.


Pero es tan venenosa la actitud de investigador privado con mezcla de enredador profesional, que esta nueva salida en falso de Coronell no podía dejarse pasar.

1 comentario:

C y L dijo...

Pese a que estoy de acuerdo con sus postulados que aluden a valores periodísticos de antaño y a necesidades informativas de la población. Tampoco creo que haya una derecha organizada, pues elogiar sin investigar, no hace mejor el gobierno de Uribe. Y acerca de defender con tanto ahínco honras ajenas, dejémoselo a cada uno... Y recuerde: "Atacar es muy fácil, argumentar no."