jueves, 7 de enero de 2010

Mentirosos y cínicos contumaces

Editorial

El Mundo, Medellín

Enero 7 de 2010

El documental es tan burdo, tanto en su forma como en su contenido mentiroso, que no resiste el mínimo análisis.

Muchas veces hemos tenido que referirnos aquí a la desfachatez con que las Farc pretenden siempre justificar sus crímenes abominables y seguir presentándose ante el mundo como redentores del pueblo y luchadores por la libertad, y hoy no podemos dejar de repudiar otras dos pruebas de su redomado cinismo: una, que tras aceptar la responsabilidad de lo que ya todos sabíamos – el secuestro y posterior asesinato del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar – nos vengan a decir, primero, que no lo secuestraron sino que lo requirieron para “hacerle un juicio político por corrupción” y segundo, que no lo asesinaron, sino que su muerte se produjo como consecuencia de la orden del presidente de la República de hacer todo lo posible por recatarlo con vida. Y la otra prueba es el patrocinio de un video, realizado por supuestos “cineastas” argentinos, que se difunde prolijamente por la red de Internet, en el cual la organización narcoterrorista se define como la “Insurgencia del siglo XXI”, conformada por “heroicos agricultores armados”, que cultivan alimentos para su propia subsistencia y jamás siembran o trafican con coca o marihuana.

En un comunicado del bloque Sur, fechado el 24 de diciembre en “las montañas del Caquetá” y colgado en la web de Anncol, su altavoz internacional, las Farc pretenden justificar un crimen de lesa humanidad, calumniando y difamando a su víctima cuando ya no tiene cómo defenderse; bandidos redomados fungiendo de “árbitros” de la moral pública y de “jueces” sumarios de la conducta del funcionario. Dicen que “el objetivo de la retención no era ajusticiarlo, ni hacerle exigencias económicas (cuatro veces lo habían secuestrado antes con ese propósito), sino realizarle un juicio político por corrupto, al haber convertido el dolo y el prevaricato en piedra angular de su Administración”. Ramplona estratagema propagandística para consumo internacional, en un claro afán de lavar su imagen criminal, que aquí no tiene acogida alguna, pues los caqueteños y los colombianos en general, conocen la trayectoria del inmolado gobernador y prueba del aprecio que le tenían sus gobernados fue la masiva manifestación de repudio del crimen y de condena a sus autores, a lo que se suma el plebiscito nacional, a todos los niveles de la sociedad, tanto para rechazar su secuestro y asesinato como ahora para denunciar el cinismo con que aquellos pretenden justificar lo injustificable. Por esta vez tenemos que aplaudir la enhiesta posición del Polo Democrático, cuyo presidente Jaime Dussán dijo redondamente: “Las Farc no son jueces sino asesinos. ¿Quién dijo que tenían derecho a aplicar la justicia por sus propias manos? Son asesinos y terroristas y lo que tenemos es que combatirlos”, y agregó: “Si no hay proceso de paz, hay que acabar los violentos con la guerra. Eso no es con vasos de agua tibia”.

Las Farc no tienen empacho en advertir que “las tragedias se continuarán presentando porque toda guerra es una sucesión de éstas” y en calificar su crimen infame como “uno de los hechos infortunados que pueda generar el conflicto en cualquiera de las dos partes enfrentadas”, es decir, que no sólo se justifican sino que convierten su cobarde acto terrorista, condenado por todo el mundo, en un episodio normal de su guerra contra las instituciones, y por poco no nos piden que les demos un crédito por ello. Finalmente, a sabiendas de que el asesinato del gobernador dejó aun más maltrecha su imagen internacional y borró cualquier efecto positivo que pudiera haber tenido el anuncio de “liberaciones a cuenta gotas”, rematan su comunicado reiterando dizque su “invariable determinación” de liberar unilateralmente al cabo Moncayo y al soldado Calvo. ¡Ah pocos réditos propagandísticos que les produce ya ese burdo aprovechamiento de los anhelos de libertad de sus víctimas y del dolor y la esperanza de recuperarlos por parte de sus familiares!

El documental a que aludíamos antes es tan burdo, en su forma como en su contenido mentiroso, que no resiste el mínimo análisis. Se trata de un video de casi 40 minutos, titulado “Farc, insurgencia del siglo XXI”, cuyo lanzamiento, a ciencia y paciencia de las autoridades argentinas, se produjo el 14 de noviembre de 2009, en el Teatro Gaumont de Buenos Aires, y desde entonces circula por Internet y, según se dice, “va en camino de ser lanzado en Estocolmo para la audiencia europea”. La escena es ésta: Frente a un terreno despejado en medio de la selva, con el fondo musical de una balada en inglés, un guerrillero, con aire de comandante y pose de “actor natural”, hace una demostración a invisibles contertulios: “Éste es el maíz que nosotros cultivamos. Como ustedes pueden apreciar, somos un ejército revolucionario y también hacemos nuestros cultivos y no vivimos de los campesinos... Como ustedes bien pueden apreciar, ante las imágenes, esos cultivos de plátano, maíz, café, cacao, lulo... son el sostén de nuestra supervivencia... Miren – señalando un arbusto – tenemos el gusto de presentarles el cacao fariano, solamente se ve en las montañas de la gran Colombia, ya lo vamos a exportar al mundo entero... Bueno maestro - señalando otra mata- éste es el café fariano, el café cultivado por los combatientes de las Farc... Y en tono oratorio, concluye: “No producimos coca, no producimos mariguana, no producimos narcocultivos... Sólo producimos comida para la autosuficiencia alimenticia, para sostener a nuestra organización revolucionaria”.

Ya sabíamos que ‘Cano’ y compañía son, más que mentirosos, cínicos impenitentes, pero sus compinches argentinos uno no sabe si son o se hacen los ignorantes absolutos de lo que sucede aquí o simplemente pusieron su precaria técnica audiovisual al servicio de un burdo montaje que no engaña al más ingenuo de los espectadores, si sabe siquiera dónde queda Colombia.

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