Mauricio Vargas
El Tiempo, Bogotá
Enero 18 de 2010
Tras el fracaso de la consulta interpartidista entre Germán Vargas y Rafael Pardo, que habría concitado la mayor atención de todas, la disputa de la candidatura conservadora entre la ex canciller Noemí Sanín y el ex ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias puede convertirse en el gran evento político de marzo, cuando, además de elegir a sus congresistas, los votantes podrán intervenir en la consulta azul.
La primera razón para que el duelo Noemí-Arias se convierta en la principal atracción es que, aparte de la incierta consulta entre Enrique Peñalosa, Antanas Mockus y Lucho Garzón, no habrá ninguna otra. A los colombianos les da pereza levantarse a votar. De hecho, lo hace apenas la mitad de los habilitados. Pero una vez que llegan al puesto de votación, casi todos preguntan qué hay: si hay Senado, votan para Senado; si hay Cámara de Representantes, votan para la Cámara, y si hay consulta, votan en la consulta que les parezca más interesante, pues la ley no permite que sufraguen en más de una, que si no, lo harían.
No es absurdo, entonces, concluir que la votación de la consulta conservadora crezca, con el aporte de votantes independientes y hasta de otros partidos. Una vez levantados, bañados y movilizados hasta las urnas, muchos de esos electores no conservadores aprovecharán para opinar sobre cuál de los dos goditos es el que más les gusta.
La segunda razón es que no se sabe cuál de los dos puede ganar. Hasta ahora, las encuestas muestran una ligera ventaja de la por años carismática Noemí, sobre el peleonero Arias. Dicen los visitantes de la hacienda donde el Presidente pasó el fin de año, que hoy en día Noemí lidera su escala de odios. Pero ni el distanciamiento de ella y Uribe, ni los enredos de Arias por cuenta del escándalo de Agro Ingreso Seguro, les han quitado intención de voto en los sondeos. Arias ha perdido mucho en favorabilidad, pero no en preferencia electoral. Y es que entregar más de 100.000 subsidios millonarios debe producir muchos votos, en especial lejos de las grandes ciudades, en municipios intermedios y pequeños, donde esa plata rinde mucho más.
En cuanto a Noemí, ha caído un poco en su imagen, pero tiene una reserva de electores nada despreciable, que le produjo en el 2002 alrededor de 650.000 votantes, que la acompañaron a pesar de la aparición en escena del fenómeno de Álvaro Uribe, que barrió en la primera vuelta. La gran pregunta es si ese carisma que en 1998 la puso a las puertas de una segunda vuelta, en la que habría sin duda obtenido la victoria, está aún vivo y si su importante imagen favorable (una de las más altas del país) se puede traducir en votos, cosa que no siempre ocurre.
Arias aventaja a Noemí en respaldo parlamentario. Tiene, de hecho, casi el 70 por ciento de los congresistas de su lado. Y eso pesa, en especial en una consulta popular celebrada el mismo día de las elecciones parlamentarias, cuando los candidatos conservadores al Congreso van a tratar de sacar ventaja de su afiliación a uno de los aspirantes a la nominación azul, para elevar, de paso, su propia votación gracias al duelo entre Noemí y 'Uribito'.
Noemí está mejor ubicada allí donde impera el voto de opinión. De hecho, como los electores la han visto más como independiente que como conservadora, tiene más facilidad para captar los votos de los sin partido, y hasta de los liberales, que se levanten a votar el domingo 14 de marzo.
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