sábado, 16 de enero de 2010

Tres sectores estratégicos

Editorial

El Heraldo, Barranquilla

Enero 16 de 2010

El incremento sostenido de la demanda de alimentos en los próximos años es uno de los principales factores que están teniendo en cuenta los economistas para sus proyecciones de mediano y largo plazo.

El aumento vegetativo de la población y, por ende, de comida sería una explicación lógica y razonable de ese fenómeno. Pero, más que eso, es el ritmo de crecimiento que seguirán experimentando países como China, India y Brasil, el factor más importante de aquéllos.

Año tras año son varios los millones de personas en esas naciones que ven mejorar sus ingresos en forma significativa, lo cual se traduce, entre otras cosas, en una mejor dieta alimenticia.

La mayor capacidad adquisitiva de una persona se manifiesta inmediatamente en sus hábitos de comida –también en su familia, cuando es casada–. Por lo general diversifica sus gustos, aumenta la demanda por nuevos alimentos y por algunos otros que hacían parte de su comida habitual.

A nivel macroeconómico, esos fenómenos, más temprano que tarde, se reflejan en el alza de precios de determinados alimentos, como consecuencia del incremento de su demanda. Es la inexorable ley del mercado: si el aumento de la demanda por un determinado bien o servicio no va acompañada por un igual aumento en su oferta, su precio tenderá a subir.

Es lo que viene ocurriendo con algunos alimentos básicos como consecuencia de su mayor consumo en aquellos países. Como su producción no ha estado en los mismos niveles de su demanda, sus precios han venido subiendo.

Esta dinámica tiene, como es natural, otra dimensión no menos importante: el alza de precios puede aumentar la rentabilidad de la producción de esos alimentos, haciendo atractiva la inversión en ella.

La agricultura y la producción de alimentos en general serán, pues, en los próximos años, sectores que atraerán el interés de muchos inversionistas, en especial en aquellos países que aún dispongan de tierras aptas para cultivos extensivos.

Lo anterior, porque en la mayoría de los países desarrollados la agricultura y la industria intensiva de alimentos ya agotaron las tierras disponibles para esas actividades, limitando al máximo su capacidad de expansión.

Si bien durante un tiempo la tecnología hizo posible un gran aumento en la producción de alimentos de esos países, la escasez de nuevas áreas de cultivo para seguir creciendo se constituyó en un límite imposible de superar. Como consecuencia de todo esto, la tierra como factor de producción ha sufrido un aumento considerable de valor.

Colombia es de los pocos países que dispone aún de vastas extensiones de tierra sin explotar aptas para la agricultura. De otro lado, la productividad de su sector agrícola es baja en comparación con el de las naciones industrializadas. Igual con respecto a la ganadería.

Las proyecciones de la economía mundial les estarían abriendo, entonces, unas perspectivas muy halagadoras a esos sectores en países como Colombia, con una frontera agrícola todavía por expandir.

Infortunadamente, por diversos factores que van desde la falta de una adecuada infraestructura de comunicaciones, de tecnologías apropiadas, hasta la inseguridad aún presente en algunas zonas rurales, la agricultura y la ganadería colombianas son sectores con bajo rendimiento.

No obstante, y teniendo en cuenta las nuevas realidades que se están dando en el mundo, los ministerios de Agricultura y Desarrollo Rural, y Comercio e Industria han venido trabajando en la definición de políticas estatales de estímulo para determinados sectores considerados estratégicos hacia el futuro de mediano y largo plazo.

Así fue como a finales del año pasado se seleccionaron los sectores de cacao, confitería y chocolatería; palma, aceites y grasas; camaricultura, y ganadería bovina, como los de mejores proyecciones.

En los próximos meses, el Ministerio de Comercio contratará una consultoría internacional que les dará un apoyo integral a esos sectores para elaborar sus respectivos planes de negocios.

El propósito es que los sectores agropecuario y agroindustrial aprovechen la experiencia exitosa de transformación productiva que ya experimentaron ocho sectores industriales que hoy se hallan entre los más competitivos a nivel mundial.

Ocurre que de esos cuatro sectores estratégicos, tres de ellos –palma, camarones y ganadería– tienen una presencia importante en la economía regional y, por tanto, un enorme potencial de crecimiento hacia el futuro.

¿Será que finalmente habremos encontrado los sectores productivos con capacidad para jalonar el desarrollo de nuestras zonas rurales?
¿Somos conscientes de lo que ello implica?

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