sábado, 16 de enero de 2010

¿Retorno del populismo en América Latina?

Luis Carvajal Basto

El Espectador, Bogotá

Enero 16 de 2010

El aumento del gasto en que incurrieron los gobiernos del mundo para salir de la crisis, explica en buena medida el déficit fiscal en muchos países. Pero lo que ocurre en Argentina, entre la Presidenta, el Banco Central y el poder judicial, así como el intervencionismo de Chávez, nos recuerda al populismo, en sus peores épocas.

Tuvimos periodos en que los gobiernos en Latinoamérica controlaban la moneda y las tasas de interés. Los bancos centrales emitían billetes a chorros, generando procesos inflacionarios que no se detenían nunca y se endeudaban más allá de sus posibilidades. En algunos países se llegó al absurdo e ilustrativo caso de tener que llevar una caja de billetes para comprar unos cigarrillos.

En Venezuela, donde el gobierno es como en esos tiempos, todopoderoso, han “aprendido” de los errores del pasado y para que nuestros hermanos no tengan que llevar “cajas de dinero”, han recurrido al “Bolivar fuerte” e implementado el control de cambios a discreción, introduciendo elementos políticos poco deseables. Resultado: una inflación del 30% y empeorando, y un grave desajuste cambiario.

Si no fuera porque la Historia es bastante conocida y la inflación el peor de los impuestos, como lo reconocieron las reformas Constitucionales que elevaron a esa categoría la independencia de los bancos centrales en los 90s, poco se puede decir a favor de estas novedades del “Socialismo del Siglo 21” que convierten las decisiones monetarias y fiscales en apéndices de un discurso ideológico poco claro.

Pero lo que ocurre en Argentina no es menos deplorable. El uso de las reservas para atender compromisos de gobierno, es diferente a orientar el gasto público para salir de la crisis. Así lo entendió el director del Banco central, quien se opuso, costándole su empleo.

Los malabares al estilo Kirchner, no se reducen a su concepto de reelección familiar. El despido ocasionó una decisión judicial reintegrando al funcionario, con lo cual se abrió un choque entre poderes.

Hechos como estos recuerdan inevitablemente los tiempos en que se consideró a Latinoamérica una región no viable, con hiperinflación y una deuda impagable, antes de las reformas estructurales que permitieron estabilizar las economías y en periodos críticos como el actual, mostrar mejores resultados y expectativas que otras regiones del mundo.

¿Estaremos retornando al populismo? Lo que ocurre en Colombia, México, Brasil, Chile y Perú, por ejemplo, no confirma tal hipótesis pero tampoco descarta las oscilaciones naturales en un periodo de crisis y grandes transformaciones. En un mundo globalizado, competitividad debería ser el único seguro estable contra el desempleo, aun cuando Brasil comienza a mostrar que el crecimiento del mercado interno es una alternativa factible y viable, lo cual no hace más que confirmar que las condiciones de cada país son diferentes y el pragmatismo se impone a las recetas abstractas cargadas de ideología.

En todo caso, contra lo que podrían pensar muchos extremistas que preferirían que funcionara un solo hemisferio de su cerebro, se está demostrando que no son excluyentes competitividad y desarrollo del mercado interno.

¿Es el buen gobierno un asunto de eficiencia en la gestión pública? Indudablemente. Los discursos e intenciones no son suficientes en una sociedad cada vez más informada que permanentemente evalúa el desempeño del gobierno mediante encuestas o elecciones. Por otra parte, los instrumentos de medición, son cada vez más precisos. Los indicadores de Inflación, desempleo y pobreza, explican mejor la realidad que los discursos de gobernantes al estilo Chávez.

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