viernes, 6 de marzo de 2009

Carlos Gaviria no debió prestarse para eso

Por León Valencia

La Patria, Manizales

Marzo 6 de 2009


El doctor Carlos Gaviria no debió permitir que el Congreso le diera la espalda a los problemas del país, ni debió prestarse para una posición excluyente y sectaria.


Es lamentable lo que ocurrió en el segundo congreso del Polo Democrático Alternativo. Se reunieron mil quinientos delegados de todo país y en vez de hacer un evento para discutir los graves problemas que enfrenta el país y realizar las rectificaciones y cambios que necesita este partido, se dedicaron a ratificar todas las equivocaciones que habían cometido después de las pasadas elecciones presidenciales. 


Ni en los días previos al Congreso, ni en los dos días de deliberaciones, concentraron la atención en buscar fórmulas para atenuar el impacto de la grave crisis económica que se avecina, o en imaginar propuestas para superar la violencia y la criminalidad y avanzar hacia la reconciliación nacional, o en trazar caminos para poner al país a tono con los cambios que están ocurriendo en América Latina y en Estados Unidos. 


Es decir, no dedicaron ni un minuto a construir un proyecto de gobierno para superar al presidente Uribe y airear la política colombiana. Todas las energías se fueron en la lucha por controlar el aparato partidario. Toda la pasión se orientó a la pelea entre las distintas facciones de la izquierda. 


Estas cosas duelen. La situación del país en los próximos años no va a ser fácil. La recesión en la que estamos entrando traerá más desempleo y afectará las condiciones de vida de millones de personas. El fracaso en la negociación con los paramilitares hará crecer la violencia en algunas zonas y la persistencia de las guerrillas mostrará cuán lejos estamos aún de la añorada paz. 


En momentos así se necesitan partidos que envíen un mensaje de esperanza, agrupamientos políticos que se echen al hombro los problemas de sus conciudadanos y piensen con grandeza y desprendimiento. No ha ocurrido así. 


Tampoco tuvieron una pizca de realismo para aprobar una gran política de alianzas que permita enfrentar con alguna posibilidad de éxito la reelección de Uribe o la continuidad de su proyecto a través de uno de los líderes de su coalición. 


Ahora en el mundo se están enfrentando en casi todas partes coaliciones de centro derecha contra coaliciones de centro izquierda. Es el signo de la política contemporánea en Europa y en América Latina. 


Nada distinto a la Colombia de hoy. En el Palacio de Nariño tiene asiento una coalición de derechas de ocho partidos encabezados por el presidente Uribe. Esta gran alianza sólo puede ser derrotada con un proyecto de cambio y reconciliación nacional que atraiga a las más diversas fuerzas del país y convoque a los votantes urbanos y a la juventud. 


Pero el Polo se va de cabezas contra esta posibilidad. La mayoría de los delegados al congreso vinculados al Partido Comunista y al Moir aprobaron la línea de cerrar las puertas a nuevos sectores y pospusieron la búsqueda de alianzas hasta después de la primera vuelta presidencial. En estas condiciones lanzaron hacia afuera de la colectividad a Lucho Garzón, María Emma Mejía y Gustavo Petro quienes serán seguidos por un gran número de líderes que comparten sus ideas. 


El doctor Carlos Gaviria no debió permitir que el Congreso le diera la espalda a los problemas del país, ni debió prestarse para una posición excluyente y sectaria. Desde su altura intelectual y viniendo como viene del liberalismo más doctrinario tenía la obligación de tomar distancia de esa izquierda tradicional que invocando viejas ideologías desperdicia sus energías en pugnas mezquinas. 


Gaviria tenía en sus manos la posibilidad de contribuir a la renovación de la izquierda obligando a sus seguidores a la unidad y a la rectificación. Pero prefirió que lo ratificaran en el puesto de presidente del Polo y lo postularan como el más probable candidato a la presidencia de este agrupamiento. 

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