martes, 10 de marzo de 2009

Crisis y oportunidades

Por José Félix Lafaurie

La República, Bogotá

Marzo 10 de 2009

 Colombia no puede equivocarse en la actual coyuntura internacional. Vienen tiempos difíciles, quien lo duda.

Pero también es cierto que sólo aquellos que saben interpretar bien los signos de la economía pueden aprovechar debidamente las oportunidades que nunca faltan en épocas de crisis. El mundo destruyó una cantidad de riqueza inimaginable y sumió a los mercados en una crítica inestabilidad e incertidumbre. Buena parte de las razones se encuentra en el manejo desbordado y en extremo creativo de los productos financieros. 

Los commodities no se escaparon de ello. De ahí que entender bien lo que pasó y la forma como se moverán los mercados de los principales productos agroalimentarios genera una gran oportunidad para países que tienen ventajas para producir más alimentos que cualquiera otra región del mundo. Veamos el por qué:

Los commodities llegaron a ese elevado nivel de precio básicamente por tres razones: uno, por estructura de costos de transporte por cuenta del petróleo; dos, porque los operadores bursátiles terminaron haciendo de una cantidad de productos agroalimentarios un commodíty transable a futuro y, en consecuencia, más que interesados en el producto, estaban interesados en especular con el producto. Cuando viene el crash, los especuladores necesariamente tenían que salir, en un intento por perder lo menos posible, de unos futuros que estaban cayendo de precio y que no necesitaban porque no eran industriales. Además, cuando hay crisis financiera, lo que la gente requiere es flujo de caja. 

Tercero, era evidente que había unos factores reales para que la curva de incremento de precios haya subido -la mayor demanda de China y de India-. Demanda que no desapareció, sino que se satisface mientras se liquidan los inventarios transados a futuro. Eso significa que ese proceso va a continuar en el curso de 2009 y de pronto en el 2010. Los 600 millones de chinos que salieron de la pobreza en años anteriores, no consumirán bienes de lujo, pero sí leche, carne, y otros productos agrícolas. Esa es una interesante señal del mercado.

Si ese, que parece ser un rumbo lógico, se da, la política de un buen número de bancos centrales de reducir la tasa de interés de intervención, sería inocua per se, y resultaría nociva si no se la complementa con otras que reactiven la producción. 

Es evidente que la actual crisis superó la ortodoxia de las políticas aplicadas individualmente, por lo que no se le puede pedir a la política monetaria que lo resuelva todo. Estamos en un escenario de bajo crecimiento económico, alto desempleo y aumento de inflación a la vista, la cual exige estimular la producción en donde se localizan ventajas competitivas –y el sector agropecuario es uno de los más indicados–. He ahí una de nuestras tablas de salvación.

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Honrosa y extremadamente generosa, fue la postulación que me hiciera el Señor Presidente de la República para dirigir, en equipo, uno de los puntales de la política macroeconómica. Sin embargo, mis compromisos con Fedegan me impidieron servirle al país en ese campo.

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