Por Eduardo Herrera Berbel
El Colombiano, Medellín.
Marzo13 del 2009
El pueblo colombiano se está preguntando qué han ganado las Farc con la liberación unilateral de seis secuestrados. Este interrogante es el punto de partida del análisis que vamos a hacer, no sin antes indicar que en la guerra, no existe la filantropía, la piedad es cosa rara, la generosidad muy escasa, y mucho menos, con el adversario y sin contraprestación. La consigna en el campo de batalla es contundente: me derrotas o te derroto. En consecuencia, podría descartarse cualquier gesto altruista o humanitario de las Farc, con sus últimas liberaciones.
Pero, si no fue un gesto altruista ni humanitario, ¿por qué lo hicieron? Desde luego, todo indica que fue un cálculo político; se trata del uso indebido de lo humanitario para conseguir objetivos políticos, ganar espacio y reconocimiento internacional; disminuir la presión militar, alcanzar altos niveles de figuración mediática e incidir en el próximo debate electoral, recurriendo al dilema ¿guerra o paz? Combinar esta maniobra política con acciones terroristas selectivas, para enviar un mensaje con doble intención, hacia la base guerrillera y al exterior de la organización: estamos vivas, no derrotadas, tenemos protagonismo político de impacto, y además, capacidad de respuesta armada para enfrentar a la seguridad democrática.
Por supuesto que las Farc se escudan en lo humanitario para ocultar sus intenciones estratégicas: crear condiciones favorables para un ambiente de diálogo y cese de la confrontación, plantear exigencias y obtener ganancias en lo estructural para salir de la afectación estratégica que padecen. Han sido reiterativas en el intercambio entre "combatientes" (soldados o policías por guerrilleros), el inaceptable canje cuyo trasfondo es una estrategia bien diseñada que simula acoger lo humanitario, para alcanzar ventajas estratégicas en este momento desfavorable para su subsistencia como grupo guerrillero.
Repetimos: ¿qué han ganado las Farc con las liberaciones? Pienso que posicionamiento de su nuevo liderazgo, porque ahora existen percepciones favorables en la sociedad civil que tienden a buscar el intercambio humanitario y una salida política al conflicto, como el caso de los colombianos y colombianas por la paz (CCP); proyectar una imagen humanitaria y de desprendimiento, recuperar la confianza perdida y la credibilidad internacional, aunque los dos últimos propósitos no los han logrado en su totalidad. Por último, construir un ambiente preelectoral propicio para sus intereses políticos. Es evidente el juego estratégico de las Farc, que combina las liberaciones unilaterales, la ejecución de ataques terroristas y el inequívoco mensaje de respeto y acatamiento a la normatividad humanitaria. Se podría concluir entonces, que utilizan lo humanitario con fines político militares.
La paradoja es que van a aparecer los idiotas útiles que maravillados por la generosidad de las Farc, reclamen al Gobierno su empeño en lograr la derrota militar de la insurgencia, sin espacio para el diálogo. Podría darse también, que las Farc, en su respuesta a la tercera carta de los CCP, planteen la posibilidad de renunciar al secuestro como arma de guerra. En esta forma, Cano buscará reafirmar el respeto de lo humanitario para lograr una ventaja comparativa estratégica, y acompañando este mensaje, con cuestionamientos sobre los falsos positivos y una campaña para erosionar la legitimidad de las Fuerzas Armadas.
Nos encontramos en un escenario donde lo humanitario se vuelve estratégico, el fragor del combate no es intenso ni dramático, las bazas estratégicas de parte y parte estarán a la orden del día, mientras que los áulicos de siempre ejercerán una presión sobre el Gobierno para que ceda a las pretensiones inaceptables de la insurgencia.
Sin lugar a dudas, el pulso militar continúa más allá de lo humanitario.
* Mayor General (r), Ejército Nacional
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