domingo, 15 de marzo de 2009

¿Gestores de paz?

Por Alfredo Rangel

Revista Semana, Bogotá

Marzo 14 de 2009

Equívoco y nada gratificante mensaje se le envía a la Fuerza Pública, cuyos miembros ven con desaliento y sorpresa a ‘Karina’ salir de la cárcel

Como exagerada e inconducente podría calificarse la decisión gubernamental de sacar de la cárcel a la guerrillera 'Karina' y nombrarla dizque "gestora de paz". Además, una verdadera afrenta para los centenares de víctimas de las salvajes e inmisericordes acciones criminales que ella cometió durante más de 20 años.

En efecto, la medida del gobierno rompe de un tajo con lo que ha sido el principio de la justicia transicional que hoy está vigente en nuestro país y que sirve de marco jurídico para tratar a quienes abandonan los grupos armados irregulares, a saber: los beneficios judiciales se otorgan a quienes previamente hayan confesado la verdad de todos sus crímenes y hayan reparado a todas sus víctimas. Y, hasta ahora, 'Karina' no ha hecho méritos para gozar de ningún beneficio judicial, y menos de uno tan importante como la excarcelación. Por el contrario, se ha negado sistemáticamente a reconocer su responsabilidad en muchos crímenes de lesa humanidad, a pesar de los testimonios apabullantes de sus víctimas y testigos. Y, en consecuencia, si no ha contado la verdad de sus crímenes, mucho menos ha mostrado disposición para reparar a sus víctimas. Así, en lugar de concederle la excarcelación, el gobierno le debería estar advirtiendo sobre la posibilidad de ser excluida de los beneficios de la Ley de Justicia y Paz, si mantiene su actitud de negar la verdad y no reparar a sus víctimas. 

De otro lado, 'Karina' no liberó a ningún secuestrado ni ha contribuido a la desmovilización de uno solo de sus compañeros de armas. A pesar de esto, el gobierno decide excarcelarla. Esta actitud generosa con 'Karina' contrasta claramente con el tratamiento que en su momento el gobierno les dio a los jefes de los grupos paramilitares desmovilizados. En efecto, estos fueron encarcelados después de haber realizado la desmovilización de 32.000 paramilitares y de haber desarmado a 16.000 de ellos. Los responsables de delitos de lesa humanidad, luego de contar la verdad de todos sus crímenes y de haber reparado a sus víctimas, tendrán que pagar entre cinco y ocho años de cárcel, sin ninguna posibilidad de excarcelación previa. Los extraditados pagarán condenas muchísimo mayores en Estados Unidos y después tendrán que responder ante la justicia colombiana.

Con 'Karina' el gobierno procede al contrario. Le otorga beneficios antes de que ella haya logrado la desmovilización y el desarme de un solo guerrillero, y sin haber confesado sus delitos, ni haber resarcido a sus víctimas. No sobra tampoco recordar que la misma 'Karina' se desmovilizó por efecto del persistente y agobiante cerco del Ejército Nacional que la condujo a tal situación de desmoralización, hambre y abatimiento, que su única opción fue su rendición y entrega a las autoridades. Su desmovilización, como la de centenares de mandos medios y miles de guerrilleros de base, fue producto de la presión armada del Ejército, no de los buenos oficios de ningún "gestor de paz". Equívoco y nada gratificante mensaje se le envía a la Fuerza Pública, cuyos miembros ven con desaliento y sorpresa a 'Karina' salir de la cárcel, tan pronto y con un compromiso tan incierto, después de haber sido también ellos víctimas de su terror demencial. 

También es de resaltar el anuente silencio de la inmensa mayoría de las ONG de derechos humanos, de organizaciones de víctimas y de columnistas de opinión, frente a la excarcelación de 'Karina'. Muy seguramente habrían hecho sentir su más airada protesta y total rechazo si cualquier jefe paramilitar desmovilizado hubiera sido excarcelado y nombrado "gestor de paz" por el gobierno. Esto evidencia el doble rasero con el que se miden la violencia y los crímenes de la guerrilla y de los paramilitares y, lo que es peor, su distinta actitud frente a las víctimas de unos y de otros. Como si la barbarie realizada para derrocar al Estado fuera más excusable que la ejecutada para defenderlo. Como si ambas no fueran igualmente condenables y no merecieran el mismo tratamiento. Como si sus víctimas no merecieran la misma solidaridad y no tuvieran el mismo derecho a la verdad y a la reparación de los bárbaros de las dos orillas.

Pero lo más paradójico es que sea el gobierno el que, en procura de una incierta desmovilización de algún mando medio de la guerrilla como resultado de la excarcelación de 'Karina', esté contribuyendo a que ese doble rasero se siga viendo como algo obvio, aceptable y natural.

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