viernes, 6 de marzo de 2009

Una primicia ignorada

Por Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Marzo 3 de 2009

 

¿Vivimos en la civilización del espectáculo? En un reciente y magnífico ensayo, Mario Vargas Llosa sostiene que este síndrome, siempre más cercano a los efectos relumbrantes que a la realidad, invade hoy los ámbitos de la política, del arte, de la literatura, de la televisión y sobre todo del periodismo.

En la prensa, no sólo en Colombia sino en el mundo entero, el hambre de primicias se impone sobre la investigación. Cualquier denuncia, por frágil que sea, es acogida de inmediato. Así, por ejemplo, cuando un detective anónimo, sin pruebas en mano, decide referir a Semana las supuestas 'chuzadas' del DAS a teléfonos de periodistas y magistrados opuestos al Gobierno, tal informe se convierte en verdad revelada, incontrovertible, y con ese carácter entra en la escena internacional. En cambio, noticias extraordinarias pasan casi desapercibidas porque no tienen el mismo envoltorio de escándalo.

Me detengo hoy sólo en una: cerca de 1.200 guerrilleros de las Farc, que purgan penas en las cárceles de Colombia, se han unido en el último año al movimiento 'Manos por la Paz' y están dispuestos, al amparo de la Ley de Justicia y Paz, a dar valiosas informaciones acerca de desaparecidos y secuestrados, así como de la ubicación de fosas, caletas y campamentos. Reclutados muchos de ellos cuando eran niños u adolescentes, no quieren ser canjeados y volver a una vida atroz en las selvas. Su proyecto de vida es otro, realidad que suelen pasar por alto quienes abogan por un acuerdo humanitario a base precisamente de un canje de combatientes.

Quien lo ha entendido muy bien es esa extraordinaria mujer que se llama Liduine Zumpolle. Holandesa, vinculada a Colombia desde muy joven, capaz de arriesgar la vida recorriendo zonas de guerrillas y 'paras', desde hace un año visita las cárceles del país (Cómbita, la Picota, Bellavista y muchas otras) para convertir en disidentes, opuestos a la violencia, a cientos de ex guerrilleros. Ahora quiere llevar a Europa -donde es muy oída- a tres de ellos con el fin de enterrar para siempre, según sus palabras, "el mito de las Farc". Tanto el canciller Bermúdez como el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, apoyan su proyecto. Y sin embargo...

Sin embargo, todo se enreda en los vericuetos sin fin de nuestra burocracia, en su pantano de trámites y de reparos. ¿Qué se necesita? Ante todo, la buena voluntad del Inpec y el reconocimiento de 'Manos por la Paz' como una desmovilización colectiva y no individual de guerrilleros para acceder a la Ley de Justicia y Paz.

Dos decretos, el 1059 y el 4874, se han hecho para dar luz verde a esta iniciativa. Pero nada se ha conseguido porque existe un proceso kafkiano de trámites que navegan con lentitud de una dependencia a otra. De este modo, lo que se logró con las Autodefensas no se ha conseguido con 1.200 guerrilleros dispuestos, ellos sí, a hacer un verdadero borrón y cuenta nueva con sus vidas y a convertirse en verdaderos colaboradores del Gobierno.

Desesperada, después de andar desde hace un año y de oficina en oficina, Liduine Zumpolle, apoyada por Herbin Hoyos, el admirable director de Voces del secuestro, ha pensado en apelar a una veeduría internacional. Pero, a mi modo de ver, sólo la mano del propio presidente Uribe puede salvar un proyecto capaz de reforzar como ninguno su política de Seguridad Democrática. Contar con el apoyo de la mayor disidencia que han conocido las Farc no es tarea de poca monta. Por desgracia, para nuestro mundo mediático tienen casi siempre más efecto supuestas revelaciones contra el Gobierno que las muy reales y encaminadas a quebrar el andamiaje de las Farc y sus amigos. 

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