martes, 3 de marzo de 2009

Y acabaron el Das...

Por Fernando Londoño Hoyos

La Patria, Manizales

Marzo 3 de 2009

Si alguien como Semana, es decir, el sobrino del Ministro Santos, dice que las grabaciones existieron, de allí se infiere que Semana dice la verdad. Si el propio Director del DAS lo admite, a partir de semejante argumento de autoridad, se infiere que no hay duda posible sobre el hecho. 

Así acabaron el DAS. Bastó un escándalo de la Revista Semana, que vomita fuego anti uribista en todas sus páginas, al mejor estilo de la prensa amarillista e irresponsable. Con asocio, cómo iba a faltar, del Fiscal que filtra las noticias y abona el terreno para tan tristes hazañas. Iguarán da lo que tiene, lo que puede por su posición privilegiada, y recibe a cambio lo único que puede salvarlo del escrutinio público, que es la complicidad de la prensa. Los lectores tendrán bien establecido que no hay periodista beneficiario de filtraciones que hable mal de sus fuentes, la Fiscalía y la Procuraduría antigua, para ser precisos. Iguarán y Maya Villazón siempre estuvieron a cubierto de cualquier crítica y de cualquier examen de sus gestiones sombrías. Porque no suele la fiera morder la mano que le ofrece la comida. 

Pues Semana reveló la existencia de grabaciones indebidas, a destinatarios bien escogidos, laboriosamente seleccionados y el mundo se incendió contra el Presidente. Que estamos en un Estado Policía, al mejor estilo estaliniano; que la democracia está en peligro; que se trata de un atentado vil contra la justicia, contra el periodismo, contra la oposición política, son las bellezas que se oyen por doquier. Lo único que no se oye, y lo que no se sabe, y lo que no se cuenta, es cuáles son los testigos que le permiten a Semana mantener semejante montaje. A cuyo perfeccionamiento acudió presto el joven y atolondrado Director del DAS, por curiosidad cuñado de una de las figuras clave de la Fiscalía, y por casualidad antiguo subalterno del tío del Director de Semana, el mismo Ministro que pidió la sepultura del organismo desde los Estados Unidos y el mismo en cuyas manos queda concentrado todo el poder de la inteligencia nacional, destruido el único reducto que respondía al Presidente de la República sin pasar por la alcabala del Ministro de Defensa. 

Como las cosas no podían quedar a medias, no solamente se da por probado lo que no tiene prueba alguna, el hecho de las interceptaciones ilegales, sino que se da un paso adelante, tan audaz como demoledor. Y es que el crimen tiene responsables, que son, nada menos, que el Presidente de la República y su Asesor más conspicuo, el doctor José Obdulio Gaviria. Y la prueba es de las que usa la Corte Suprema de Justicia en sus fallos lamentables: la inferencia. 

Si alguien como Semana, es decir, el sobrino del Ministro Santos, dice que las grabaciones existieron, de allí se infiere que Semana dice la verdad. Si el propio Director del DAS lo admite, a partir de semejante argumento de autoridad, se infiere que no hay duda posible sobre el hecho. Si el DAS depende del Presidente de la República, se infiere que la obra es suya, de donde se infiere que también de su asesor más importante. Y si finalmente el Presidente acepta los cargos destruyendo el DAS y pasándole a la Policía todo el poder de inteligencia electrónica, que hoy es toda la inteligencia, está aceptando las acusaciones, de donde además se infiere que son irrebatibles. 

No es la primera vez que Semana monta una escena parecida, con los mismos elementos. Un testigo delincuente le sirvió para dedicarle tres entregas a la acusación que levantó contra el coronel Hernán Mejía Gutiérrez, héroe de la República y pacificador del Cesar. En auxilio de Semana, y del bandido que tuvo por “fuente”, llegaron el Fiscal, primero, y enseguida el Ministerio de Defensa, por obra del Viceministro Sergio Jaramillo, según denuncia el Coronel, con hechos y pruebas que la Fiscalía, por supuesto, no investiga. Lo que tal vez se investigue ahora, es el celo investigador del Fiscal, sorprendido en suculenta comilona, rociada con buen vino, acompañado de su jefe de prensa, con el Director de Semana y sus periodistas más cercanos. Este nuevo estilo de investigación criminal, tendrá que ser examinado con buen juicio. A nosotros nos parece, como todo lo ocurrido, y acaso peor que todo lo demás, sencillamente repugnante.

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