Por Mary O'Grady
Cato Institute, Washington
Diario Exterior, Madrid
Agosto 22 de 2009
La semana pasada, Hugo Chávez se tomó un descanso en la campaña de lobby que sigue en Washington a favor del depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, para viajar a Quito a una cumbre de jefes de Estado de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Allí, Chávez lanzó una dura crítica contra las fuerzas armadas de Estados Unidos, reiteró su compromiso para expandir la revolución en la región y amenazó al continente con la guerra. Zelayaestaba a su lado. La diatriba del venezolano contra EE.UU. y su aliado Colombia planteó la pregunta, una vez más, de qué podría estar pensando Washington para presionar a Honduras para que reinstituya a Zelaya. En junio, Zelaya fue depuesto de su cargo por el Congreso hondureño por violar la Constitución del país e incitar a la violencia de forma deliberada.
Esa no fue, sin embargo, la única razón que lo hizo impopular en su país. También se había convertido en un importante aliado de Chávez y era bastante obvio que estaba siendo entrenado para copiar la toma de poder de éste enVenezuela al socavar el equilibrio de poderes institucionales de Honduras. Si Honduras ha sido capaz de neutralizar a Chávez, eso es algo para celebrar. Un control de instituciones al estilo de Chávez en Bolivia, Ecuador y Nicaragua ha sofocado el pluralismo político, la libertad de expresión y los derechos de las minorías en esos países. Actualmente hay una gran presencia del servicio de inteligencia cubano a lo largo del imperio venezolano. Zelaya se ha convertido, literalmente, en un acompañante de viaje de Chávez, lo que no deja dudas sobre el curso en el que pondría a Honduras si le dieran la oportunidad.
Entre las teorías que se rumorean sobre las motivaciones del presidente de EE.UU., Barack Obama, en su intento por forzar a Honduras a restituir a Zelaya, hay una hipótesis de que el gobierno estadounidense se está inclinando fuertemente hacia la izquierda. Obama ha expresado las mismas opiniones sobre Honduras que el senador demócrataJohn Kerry, quien sostiene que el gobierno interino debe ser obligado a restituir a Zelaya y que, durante más de dos décadas, constantemente se ha aliado a causas socialistas en América Latina. Como senador, Kerry se da el lujo de tratar a Latinoamérica como su patio de juegos, como han hecho los demócratas durante décadas, imponiéndole ideas que los estadounidenses rechazan. Los venezolanos todavía recuerdan cómo el senador Chris Dodd, de Connecticut, jugó el papel de principal porrista de Chávez en el Senado mientras el caudillo consolidaba su poder.
No obstante, Obama es el presidente y comandante en jefe de EE.UU., y millones de personas en el hemisferio están contando en él para que le haga frente a la agresión de Venezuela. Juguetear con los pies bajo la mesa con Chávezcon respecto a Honduras mientras el presidente venezolano amenaza la paz en el continente no va a ser bien recibido en un hemisferio que prefiere la libertad sobre la tiranía. Tanto las autoridades de Colombia como las de EE.UU.afirman que la Guardia Nacional de Venezuela y altos funcionarios del gobierno de Chávez son cómplices en empresas criminales que trafican drogas en Sudamérica. La evidencia sugiere una alianza entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el mayor exportador de cocaína de ese país, y miembros del gabinete de Chávez. También hay evidencia en documentos y videos filmados por las FARC de que los guerrilleros tienen influencia en los altos estratos del gobierno ecuatoriano.
El negocio de la cocaína de las FARC es una fuente de ingresos para la organización terrorista y para Venezuela. Esta es la razón por la cual el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ha acordado permitir que aviones de vigilancia contra la droga usen bases militares colombianas.
En Quito, Chávez expresó ira sobre el acuerdo. "Los gobiernos más guerreristas del mundo de hoy y del siglo XX... (incluyen a) Estados Unidos", les dijo a sus pares sudamericanos y a Zelaya. "Los militares yanquis, esos no le hacen caso a presidente", afirmó, eximiendo astutamente a Obama de toda culpa. "Tienen inmunidad además. EnColombia tienen inmunidad. Pueden violar mujeres, pueden matar, pueden arrasar para todos lados. No se les puede hacer nada. Es una cosa horrible".
El acuerdo, que fue cerrado durante el fin de semana, es por supuesto mucho más limitado de lo que afirmó Chávez. Pero el líder venezolano no iba a dejar pasar una oportunidad para aumentar la tensión. "Vientos de guerra comienzan a soplar", advirtió.
Sus pares no se lo tragaron. Colombia no fue condenado en Quito, en gran parte porque ningún miembro del grupo quería que sus propias decisiones soberanas estuvieran sujetas a la evaluación continental. Pero Chávez no se replegará. Él ha prometido continuar los esfuerzos para desestabilizar las democracias sobrevivientes. Honduras sigue siendo un blanco. Argentina también está en su mira. En una entrevista con el diario La Nación de Argentina, habló de su alianza con su presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. "Vamos a trabajar por reforzar el eje Caracas-Buenos Aires, que es un eje central", señaló Chávez. "Como el eje Caracas-Quito, el eje Caracas-Buenos Aires es fundamental para la integración".
La guerra de EE.UU. contra las drogas ha sido un colosal fracaso debido al gran mercado de cocaína en el país. La tragedia, más allá de la violencia que genera, es que las empresas criminales, que prosperan gracias a los clientes estadounidenses, hacen estragos en instituciones frágiles. Eso, de por sí, es malo. Pero el gobierno de Obama echa sal en la herida al rehusarse a apoyar el Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y Colombia que nuestro aliado ha solicitado y, ahora, al respaldar al peón hondureño de Chávez.
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