Por Joaquín Villalobos (entrevista)*
El País, Cali
Agosto 31 de 2009
Este carismático líder de la guerrilla salvadoreña, hoy catedrático en Oxford, habla sobre el conflicto colombiano.
Entre múltiples experiencias de insurgencia armada en Latinoamérica, ninguna alcanzó desarrollos militares y políticos tan elevados como el Frente Farabundo Martí para
En este país centroamericano, que es más pequeño que el Valle del Cauca, la lucha armada se prolongó por diez años, y aunque la guerrilla salvadoreña alcanzó a tomarse la capital durante dos semanas, no fue capaz de sostener su ofensiva ante la llegada de tropas norteamericanas y las ayudas económicas que ese país le dio al gobierno.
Joaquín Villalobos fue no solo el comandante de una alianza militar con otras cuatro organizaciones guerrilleras sino el líder revolucionario que llevo el proceso a cambiar “balas por votos”. Hoy el Fmln tiene la presidencia de
Este ex líder guerrillero, ahora catedrático e investigador de
Usted estuvo al frente de la que ha sido quizás la guerrilla con mayor desarrollo militar en Latinoamérica. ¿Qué lleva a una guerrilla tan poderosa y con arraigo popular a convenir el fin de la lucha?
El final negociado de la guerra fue esencialmente resultado de la existencia de una corriente de centro izquierda al interior del Fmln que creía en la democracia. Esta corriente tenía además mucha fuerza militar. El Fmln y su aliado no armado el FDR (Frente Democrático Revolucionario) fueron una amplia coalición que incluía marxistas, socialdemócratas y social cristianos.
Desde inicios de los 80 el Fmln-FDR hizo más de una decena de propuestas que buscaban darle a la guerra un final negociado. Por otro lado la intervención de EE.UU. hacia impensable una victoria militar. El Fmln negocia en el momento en que la paz era la más importante demanda política nacional y en el momento de su mayor fortaleza militar, no fue por debilidad.
Si hubiésemos sido fanáticos, todavía estaríamos en guerra. Las negociaciones del M-19 en Colombia influenciaron positivamente al Fmln.
Se discute ahora en Colombia el tema de la cooperación militar norteamericana. El Salvador no tenía problemas de narcotráfico, pero en su momento se estableció cooperación norteamericana para enfrentar la insurgencia. ¿Qué tan decisivo fue ese elemento en el balance estratégico de la guerra?
Sin la intervención de los EE.UU. en El Salvador, hubiésemos derrotado militarmente al Ejército, pero esa no es la realidad de Colombia, donde las Farc están derrotadas como guerrilla, pero sobrevivirán mucho más como un cartel de narcotráfico con discurso político. En Colombia el narcotráfico es el problema principal y este es un asunto transnacional muy complejo.
En ese orden es importante hacer responsable a los EE.UU. de las consecuencias que genera el dinero de sus consumidores de droga en Colombia y en los demás países de la región.
Desde el seguimiento que usted ha hecho al conflicto colombiano, ¿qué escenario ve objetivamente como el más posible para terminar la guerra?
Continuación de la presión militar combinada con ofertas fraccionadas de negociación y desmovilización. La negociación ahora debe responder a realidades locales. La posibilidad de una negociación que produjera un acuerdo nacional se perdió y no veo como puede repetirse. Las Farc perdieron ya esa oportunidad.
¿Qué opciones político-militares le queda a una guerrilla como las Farc?
Creo que la única opción racional y rentable para ellas sería desmovilizarse y negociar su reinserción a la vida civil y política de Colombia. Si no lo hacen continuará su proceso de conversión de narcoguerrilla con poder central a pequeños carteles que se irán fraccionando e incluso autodestruyendo, tal como le ocurre a todos los carteles, porque su lógica es el dinero y no la política.
Parece pesimista sobre la posibilidad de una solución política” al conflicto…
Sólo lo imagino fraccionado, con agendas limitadas a reinserción y demandas locales. No veo cómo pueda restablecerse una negociación estratégica, bajo la actual correlación de fuerzas.
¿Cuál es a su juicio, actualmente, el mayor desafío del Estado y la sociedad para ganar la paz?
Construir Estado en las regiones donde su ausencia ha sido notoria y tradicional, además, darle viabilidad económica alternativa a las regiones que han vivido sometidas a grupos violentos de distinto signo por tanto tiempo.
¿El futuro de una izquierda con vocación de poder está en algo más parecido a Lula que a Chávez, o en el contexto adecuado, a Obama?
El modelo de Chávez va de salida al igual que el cubano. Cuba es un desastre económico y social y Venezuela es una patética mezcla de abundancia de dinero con ineficacia para gobernar y resolver los problemas de la gente. Estos modelos tienen bloqueado el desarrollo de las fuerzas de centroizquierda en Latinoamérica y le siguen haciendo el favor a la derecha de asustar a la gente.
Los gobiernos de Chile, Brasil y Uruguay han hecho mucho más con menos, sin duda ese es el camino correcto para la izquierda. Obama es desde una agenda social y de cambio para EE.UU., es lo máximo posible para esa sociedad y de eso se trata la política para las izquierdas.
Cuba ha perdido 50 años luchando por lo imposible y terminará regresando a lo posible.
Dato clave
La posibilidad de una negociación que produjera un acuerdo nacional se perdió y no veo como puede repetirse. Las Farc perdieron ya esa oportunidad.
* Por Diego Arias, especial para El País.
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