Por Luis Carvajal Basto
El Espectador, Bogotá
Agosto 29 de 2009
Quedó claro que Unasur es un proyecto de integración por construir que está poniéndose a prueba. No tiene capacidad para operar, por eso el escenario para cualquier problemática regional es la OEA, como se verá en adelante.
Luego de develar en la cumbre que el problema de fondo es impedir una “estrategia global de los Estados Unidos”, que le resulta tan incómoda como el gobierno de Uribe, Chávez confirma que su posición tiene como primer objetivo distraer la opinión interna de su país, cuando empieza a tener el sol a sus espaldas.
Por los tonos y el orden de las intervenciones en Bariloche quienes esperaban algún tipo de veto a Colombia o un clamoroso respaldo a las aspiraciones de Venezuela, debieron quedar defraudados.
Además de la prudencia de los Presidentes, Colombia dejó en claro que sus acuerdos bilaterales no son negociables con terceros, quedando en la agenda de Unasur el tema del intervencionismo, incluido el de Chávez.
Más allá, vale resaltar las diferencias entre quienes son presentados por muchos como sus aliados incondicionales. El pragmatismo de Lula, Bachelet y García contrasta con la mera retorica de Chávez y Morales.
La declaración final recogió las aspiraciones de Colombia y por ninguna parte el señalamiento a que aspiraba Chávez. Se impuso la armonía y primó, en casi todas las intervenciones, el reconocimiento y respeto a las decisiones soberanas de nuestro país.
Sin que se pueda hablar de ganadores y perdedores, los Venezolanos debieron quedar sorprendidos con las diferencias entre el Chávez que vimos en Bariloche y el que aparece semanalmente en Aló Presidente.
Esa conducta, si se puede llamar mesurada, se explica no solo porque su retórica ya no es bien vista en Chile y Brasil, como se lo expresó el Presidente Lula, sino porque sus circunstancias internas son cada vez peores. En una encuesta realizada la semana anterior el 60% de sus compatriotas relacionan los problemas de Venezuela con su Gobierno.
Inflación, bajos precios del petróleo, falta de diversificación de la economía (9 de cada 10 dólares de sus exportaciones provienen del crudo) pueden más en la opinión ciudadana que su discurso sobre la situación y los problemas internos de Colombia.
Como están las cosas hoy en Venezuela Chávez debería preocuparse menos de su proyecto expansionista y más de los conflictos creados en su propio país. La anunciada ruptura de relaciones con Colombia deberá esperar porque, en este momento o en cualquier otro, sería abrir la caja de los truenos que pondría fin a su proyecto y no el acuerdo entre Colombia y Estados Unidos.
La inflación ha alcanzado en Venezuela niveles del 31% y en Latinoamérica solo es comparable con la de Nicaragua (21%) y Bolivia (17%).El ALBA es el campeón de la inflación, que en realidad es el peor impuesto a los pobres que el “socialismo del siglo 21” dice defender.
En sana lógica la reunión de Bariloche hace pensar que se viene un periodo de relativa tranquilidad o al menos de distención en las relaciones con los vecinos y que la “licuadora” Chávez –Correa no funcionara en adelante con la misma intensidad.
Colombia ha dado a este asunto un manejo prudente que el Presidente Uribe ha dejado en claro en Bariloche no debe confundirse con debilidad. El acuerdo con Estados Unidos es un hecho y es indiscutible que llevar el tema a la OEA fue la decisión más acertada, al bajar el tono en Unasur y dar inicio a una nueva coyuntura regional.
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