miércoles, 26 de agosto de 2009

Colombia en Unasur

Por Álvaro De la Espriella A.

El Heraldo, Barranquilla

Agosto 26 de 2009

El tema es sencillo de definir: Colombia debe estar presente en la reunión de Buenos Aires, con los socios de Unasur, no para pedir permiso, ni autorización, ni siquiera para dar explicaciones justificatorias, sino para conversar, para dialogar sobre los propósitos de admitir en un acuerdo con los Estados Unidos, la utilización de siete bases militares propias por parte de naves y armamentos del país del Norte.

Colombia lo debe hacer como un gesto de confraternidad, de amistad, de reciprocidad por la respetuosa recepción que tuvo el presidente Uribe cuando salió en tres días a siete países a buscar un objetivo igual. Colombia, como todo país soberano, no tiene que pedir permiso a nadie, ni siquiera a vecinos hipersensibles, para dentro de su propio territorio hacer lo que le plazca. Somos autónomos, independientes, como igualmente lo son los otros Estados que nos rodean. No nos cabe en la cabeza, por ejemplo, que nuestro Presidente pudiese pedir explicaciones al Sr. Chávez cuando invitó a la flota rusa para que llegara a aguas territoriales venezolanas, apenas éstas a ciento cincuenta kilómetros de los mares territoriales de Colombia. O que le pidiese justificación al Sr. Correa, cuando éste reforzó la base de Malta con los Estados Unidos comenzando su gobierno.

La pregunta es: ¿A qué le temen los gobiernos venezolano y ecuatoriano? Si Uribe Vélez muestra el contexto del Acuerdo, donde es diáfano que nuestras bases no se utilizarán para violar espacios aéreos o territorios de los vecinos, ni mucho menos para interferir en la intimidad estratégica militar de estos vecinos, entonces ¿cuál es el miedo? ¿Qué ocultan? Cualquier satélite militar o no del país que se quiera situado más allá del espacio aéreo propio, puede, si es potente, tomar imágenes de cada una de sus tierras, ríos, valles, montañas, carreteras y ciudades. ¿Cuál es la preocupación? Hoy día, amable lector, puede Ud. desde su casa, con un computador y los aparatos especializados que se adquieren en la electrónica de cualquier almacén, vigilar en otra ciudad, en otro departamento, su propiedad, su finca, al instante, en vivo. Si la tecnología que tiene usted es alta puede distinguir al ladrón que está rompiendo la ventana para robarle en Valledupar, por ejemplo.

Lo que sí tiene que hacer Colombia en Buenos Aires con vigor, con altura, categóricamente, es pedir que todos los países en Unasur se unan, cierren filas con el enemigo común del narcotráfico, y que todos, en vez de tanta lloradera tonta y de tanto aspaviento teatral que suena a melodrama barato, unifiquen recursos y fuerzas para que los que tenemos el flagelo gigante del narcotráfico y la guerrilla podamos defendernos mejor y acabar con ellos. Son los casos de México, Bolivia y Perú. Y para que igualmente, los que apenas están entrando en esa loca ola frenética del delito, puedan reforzarse. Que observen muy bien esos países cómo se descuidaron otros y hoy día son ya presa fácil de las rutas de la droga y de la violencia. Son cánceres que llegarán tarde o temprano a sus territorios, y mientras más temprano se preparen, todos mejor.

Que los demás países aprendan de Colombia cómo nosotros no pudimos en cuarenta años vencer al narcotráfico y la guerrilla porque el poder del dinero corrompe todo y ahora necesitamos aceptar la ayuda de Estados Unidos, que tiene como propósito principal atacar a fondo estos fenómenos que ya hicieron demasiado daño dentro de ellos mismos. Unasur debe en esta reunión crear iniciativas conjuntas positivas y no quedarse en los lamentos y las quejas insípidas.

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