domingo, 30 de agosto de 2009

Diplomacia y espectáculo

Editorial

El País, Cali

Agosto 30 de 2009

Durante ocho horas, Suramérica pudo presenciar en vivo y en directo el desarrollo de la Cumbre especial de la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, citada en Bariloche, Argentina, para analizar las inquietudes sobre Colombia y el convenio militar con los Estados Unidos. Aunque fue claro que el espectáculo reemplazó la diplomacia, sirvió para mantener con vida una idea que bien entendida puede ser útil para propiciar la integración definitiva de la región.

Los antecedentes permitían auspiciar una dura y difícil confrontación. Ya en la cumbre de Quito, los presidentes de los países pertenecientes al Alba, Bolivia, Ecuador y Venezuela, habían aprovechado la ausencia de su similar de Colombia para descargar un grueso arsenal de acusaciones, muchas de ellas cargadas de ideologías y populismos. Sólo la intervención de los demás países permitió salvar a Unasur de lo que iba camino de convertirse en una separación inevitable.

La invitación a Bariloche en Argentina, como territorio neutral y con garantías de respeto para el presidente Álvaro Uribe, fue la gran conclusión de la reunión en Quito. Y con un temario amplio pero preciso, fue dado ver el desfile de los trece mandatarios frente a las cámaras de televisión, emitiendo sus conceptos sobre el acuerdo que permitirá a los Estados Unidos utilizar algunas bases militares en Colombia. Lo más esperado eran las descargas de Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez, y las respuestas del presidente Uribe.

En ese ambiente, los afanes descalificadores de los miembros del Alba contrastaron con la serenidad de los otros presidentes y la claridad del mandatario colombiano. Y frente a delirantes propuestas como la de celebrar un referendo en toda Suramérica acerca del convenio colombo estadounidense, fue posible escuchar puntos de vista serios y ponderados, alrededor de un acuerdo que, sin duda, debe ser explicado para tranquilidad del vecindario. Eso se logró, aunque no en la forma en que exigían los radicales exponentes del ‘socialismo Siglo XXI’.

El presidente de Colombia aprovechó para hacer claridad con respecto a los países limítrofes, con cuyos mandatarios ha tenido graves diferencias. Quedó claro que mientras se profundizan las diferencias con el de Venezuela, existe un progreso con el de Ecuador, basado en el respeto y la franqueza. Y quedó claro también el liderazgo del presidente del Brasil, así como la sensatez que permite rescatar la unión suramericana del radicalismo y la manipulación que pretendieron algunos de sus integrantes.

Al final, la declaración firmada por los presidentes de Suramérica, y elaborada frente a las cámaras, no incluyó condenas al acuerdo colombo estadounidense sino rechazos claros al narcotráfico y el terrorismo. Con ello parece superada la discusión sobre la supuesta intención de Colombia de amenazar la región, y se revivió la posibilidad de utilizar a Unasur para la integración que busca el progreso y no la división que genera conflictos innecesarios. Así terminó un inusual evento que mezcló la diplomacia y la política.

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