Por Juan José García
El Colombiano, Medellín
Agosto 31 de 2009
Esta frase despectiva sintetiza el fastidio que los mandatarios del peculiarísimo neo socialismo del Siglo Veintiuno sienten hacia el periodismo: "Lo que menos me interesa es lo que diga la prensa en el día de mañana". La pronunció el Presidente del Ecuador, cuando concluía la función del viernes en Bariloche. Lula da Silva fue reiterativo al expresar su malestar con la presencia de medios de comunicación. Y de la aversión de Chávez a la televisión, la radio y la prensa se tiene ilustración suficiente. Una característica de los autócratas consiste en que denuestan de la actividad periodística y de la opinión pública, eso sí a menos que puedan mantenerlas bajo control.
¿Qué planeaban decir los líderes del neosoc latinoamericano en la llamada Cumbre de Unasur, como para manifestar tanta incomodidad por la cercanía de decenas de periodistas que, unos más y otros menos, estaban cumpliendo el deber profesional de darle cuenta al mundo sobre el discurrir de una reunión que, pese a la flojedad dialéctica y la hipocresía diplomática, estaba rodeada de una atmósfera de obvia importancia informativa? ¿Acaso Lula, al fin y al cabo cauto y mesurado, temía que Chávez saliera con algún exabrupto flamígero y convirtiera la tertulia continental en una gresca, o lanzara alguna sindicación comprometedora que los involucrara en no se sabe qué clase de tráfico y los hiciera fruncir ante la audiencia internacional? ¿Sí era una encerrona la que tenían preparada con la finalidad de sentar en el banquillo al Presidente de Colombia y los intimidó el despliegue de cámaras, grabadoras y libretas de apuntes de tantos reporteros diligentes?
Las cuestiones públicas se debaten en público, no a la chita callando, con disimulo, con sigilo medroso, con miedo a la prensa. En Colombia estamos acostumbrándonos a que todo se conozca sin misterios, a pesar de las exageraciones y los eventuales desafueros de algunos medios, incluso de ciertas ociosidades, como la de gastar todo un canal de televisión en transmitir una plenaria insulsa de la Cámara. ¡Es más movida la narración de una partida de ajedrez y con más talento en las jugadas! Cualidad esencial de la sociedad abierta es la difusión de los actos oficiales sin reservas y la consiguiente facilitación del acceso legítimo a los periodistas. La Cortina de Hierro comenzó a caerse cuando Gorbachov impulsó la Glasnost, la transparencia. Un encuentro de mandatarios no es una tenida secreta ni un costurero privado de señoras chismosas. Pero tal parece que los Neosoc (y el término se aplica en la jerigonza política a los nuevos socialistas, tan cerrados como sus antecesores más radicales) prefieren tapar como privados los asuntos públicos y rumiar en cofradía.
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