Por Eduardo Mackenzie
28 de agosto de 2009
Un ciclo se cierra para el Polo Democrático. Después de lo ocurrido en estos días, el PDA ya no podrá mostrarse más como la encarnación de un supuesto “socialismo democrático”. Esa pérdida de decencia definitiva no se la debe atribuir el Polo a la imprudencia retórica del presidente Hugo Chávez, quien afirmó el 23 de agosto pasado, en medio de una nueva salva de violentas amenazas y de insultos contra Colombia, que él iba a “utilizar” sus “amigos” del Polo Democrático para imponerles a los colombianos sus designios hegemónicos.
Los dirigentes del Polo hubieran podido escapar a las consecuencias de esa grave revelación firmando un rechazo contundente, claro y unitario a las ambiciones totalitarias de Chávez. Pero no lo hicieron. No fueron capaces de hacerlo. En lugar de eso, Jaime Dussán, presidente del PDA, lanzó ante la prensa una retahíla de mentiras. Dijo que “desconocía” qué Hugo Chávez tuviera planes “supuestamente expansionistas en Colombia”, y se permitió incluso ironizar y tratar de desviar la atención hacia otro terreno. Si Chávez tiene redes en Colombia, dijo, esas “son los grandes medios de comunicación” que tanto lo entrevistan. El senador huilense fue incluso más lejos. Con gran cinismo, dijo que “no sabía nada” de la pérdida de garantías a la oposición en Venezuela, que no sabía que allá había censura de prensa, cierre de emisoras y una atroz ley de educación que ha desatado en estos días una violenta represión contra los jóvenes.
¿Cómo podría saber tales cosas Jaime Dussán si él está convencido de que “socialismo democrático y Estado de derecho” son algunos de los tópicos que hay “en común” entre el PDA y el señor Hugo Chávez? ¿Puede haber socialismo democrático con monopolio del poder, militarismo, amenazas bélicas a los países vecinos, censura de prensa, control policiaco de la población, tortura y encarcelamiento de los opositores políticos? Quizás lo único cierto que dijo Dussán a la prensa esta semana es que el PDA tiene “nexos ideológicos y programáticas” con el jefe de gobierno venezolano. Pero eso ya lo sabíamos. Esos nexos son muy fuertes y hasta asfixiantes.
Gustavo Petro, rival de Dussán, salió con un discurso disímil. En plan de seductor, prometió que si él es elegido nuevo líder del Polo el 27 de septiembre próximo “no permitirá que ese partido sea un apéndice de Chávez”. Y agregó: “Igual que hay que ser claro con las Farc, hay que ser claro con un gobierno extranjero”. El problema es que la frase de Petro, una de tantas, llegó muy tarde y por razones oportunistas. Petro, además, se equivoca: el PDA jamás ha sido claro con las Farc. Cuando Raúl Reyes decretó desde su guarida ecuatoriana que “Petro no es el Polo”, pues éste había osado criticar la matanza de los diputados rehenes, la fracción mayoritaria del Polo, con Dussán a la cabeza, le obedeció a Reyes y aisló a Petro.
Si Gustavo Petro hubiera tenido una línea diferente sobre las Farc y sobre Chávez, habría salido inmediatamente de la secta polista y fundado un movimiento diferente, con bases sanas. Pero no lo hizo. Y ahí sigue disimulando su fiebre caudillista y sus convicciones chavistas. ¿No fue Petro uno de los que más aplaudió a Piedad Córdoba cuando ella, en abril de 2008, lanzó elogios descarados a las Farc y ratificó que ella sí estaba de acuerdo “con los planes expansionistas” de Hugo Chávez? ¿Dónde está la autocrítica de Petro de esa bochornosa conducta?
Días antes de la arenga de Chávez acerca de la necesidad de que el chavismo “llegue a Colombia”, gracias a la utilización de redes y “partidos homólogos” como el PDA, el jefe de esa formación extremista había estado en conversaciones secretas en Caracas. Jaime Dussán no ha revelado mayor cosa acerca de esa visita. ¿Qué pactos suscribió en Caracas? ¿Por qué ese encuentro fue el preámbulo a la declaración tan agresiva de Chávez del 23 de agosto? ¿Por qué en lugar de apaciguar a Chávez éste salió de esa reunión más imperialista que nunca? El senador Dussán nos debe a los colombianos unas cuantas explicaciones.
“El chavismo no existe en Colombia y el Polo tampoco es el promotor del chavismo”, aseguró Dussán a la prensa, creyendo poder trasquilarla. Y sin duda lo hizo pues inmediatamente dijo lo contrario sin que los reporteros reaccionaran. El presidente del PDA afirmó, en efecto, que existen lazos ideológicos con el movimiento de Chávez, el Partido Socialista Unido de Venezuela, "los cuales estamos tratando de fortalecer".
Quiéralo o no el ex presidente de Fecode, hay en Colombia un partido chavista, totalmente disciplinado y a las órdenes de Caracas y ese es el Polo Democrático.
Pero ver sólo eso sería pecar de superficialidad. El chavismo en Colombia no se resume al PDA. El chavismo es también un fenómeno sutil y subterráneo. El se ha metido en los pliegues más íntimos del poder judicial, donde está haciendo mucho daño. La oposición sistemática al gobierno, el llamado “choque de trenes” entre los poderes, entre las Cortes y los diferentes organismos de control, es el resultado de esa gangrena. La guerra supuestamente jurídica contra los congresistas y los militares, el saboteo a las extradiciones y a ley Justicia y Paz, la avalancha de los llamados falsos positivos, la destrucción del DAS, los procesos y amenazas de cárcel que algunos jueces y magistrados lanzan contra los periodistas insumisos, son asimismo el reflejo de la infiltración de esa fuerza disolvente que trata de apoderarse del destino de Colombia. El desafío contra Colombia es enorme y los golpes no vendrán únicamente del extranjero. Todo el mundo debe abrir los ojos.
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