viernes, 28 de agosto de 2009

Enemigo de los pueblos de Colombia y Venezuela

Por David Gómez Rojas

El Tiempo, Bogotá

Agosto 28 de 2009

La serena y muy ponderada actitud del presidente Álvaro Uribe Vélez, frente a los frecuentes y coléricos embates del presidente Hugo Chávez, merece todo encomio y reconocimiento, destacándose además el señalado propósito de no ejercer retaliaciones y, bien por el contrario, mantener vigente y exento de alteraciones el flujo normal de las exportaciones de gas y otros productos al hermano país, lo cual constituye prueba fehaciente de que ni los duros y desfasados epítetos, propios del más bajo perfil, han logrado causar mella en el ánimo sereno y equilibrado del presidente Uribe Vélez.

Sin embargo, continúa flotando en el ambiente el gran interrogante, sobre si el odio recalcitrante, espetado en forma reiterada hasta por los poros, del presidente Chávez contra Estados Unidos podría llevarlo en un futuro cercano hasta el ataque militar contra ese país, para corroborar la valentía de que hace ostentación, o si solo se trata de un deplorable pretexto para resarcir su fallido y malintencionado propósito de intromisión en los asuntos internos de Colombia y otros países.

De igual manera, cabe preguntar si la desafiante actitud y las frecuentes pataletas que lo caracterizan -que en más de una oportunidad lo han llevado a alterar las relaciones comerciales entre los dos países, con graves perjuicios para los dos pueblos, que nada tienen que ver con asuntos políticos- son el medio indicado para intimidar a Estados Unidos; si lo que pretende es someter al presidente Uribe Vélez hasta convertirlo en otro de sus amanuenses, lo cual no le será fácil, o si tal actitud simplemente se dirige a encubrir su manifiesta y repugnante condición de potencial enemigo de los pueblos de Venezuela y de Colombia, que finalmente son el blanco de su soberbia e intemperancia.

Bajo las anteriores circunstancias, es oportuno señalar que el efecto de esas conocidas bravuconadas y falta de sensatez debe traducirse en el mejor estímulo para reafirmar y solidificar aún más los lazos históricos de unidad y hermandad que conforman la tradición de los pueblos de Venezuela y Colombia.

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