Por Alberto Velásquez M.
El Colombiano, Medellín
Agosto 26 de 2009
Refrendaron en la asamblea de la Andi el presidente Uribe y el ex presidente Gaviria la figura, necesaria en toda democracia real, de Gobierno-oposición. Con ella protocolizan lo que será una contienda política larga y dura, tan propia en Colombia de sus ex presidentes, quienes parecen ser eternos y nunca agotar el combustible de las invectivas.
Ambos ocuparán el espacio de la controversia -larvada o frentera- que alguna vez llenaron Mariano Ospina y Laureano Gómez, Carlos Lleras y López Michelsen, Misael Pastrana y Álvaro Gómez. Tanto Uribe Vélez como César Gaviria están jóvenes, tienen garra y ganas de polémica. Son brillantes y bien informados. Por supuesto que más líder carismático Uribe y más frío y calculador Gaviria. Hay cuerda para largo.
En un año, sea Uribe Vélez ex presidente o salga reelegido para otro cuatrienio, tiene en César Gaviria su contrincante. En la Asamblea de la Andi éste cuestionó las ejecutorias del actual jefe de Estado. Solo dejó vivo, en medio de esos ataques, disparados con escopeta regadera, la seguridad democrática. Lo demás lo redujo a la nada. Posiblemente cobró por ventanilla la indiferencia del presidente Uribe ante el apoyo que le dio en la reunión de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, posición que contrastó con la de Samper -hoy satirizado por los dardos envenenados del César liberal- quien haciendo una diplomacia paralela a la legal y constitucional, paradójicamente se ganó la simpatía de Uribe.
La presentación de Uribe en la Andi fue brillante. Parecía una computadora. Arrojaba cifras para demostrarle implícitamente a Gaviria que sus cuestionamientos eran, si no totalmente infundados, sí en muchos aspectos, exagerados. Reposado en ideas y razonamientos, al final de su intervención, toda la sala atiborrada de empresarios se puso de pie para darle un sonoro aplauso. No se sabe si fue de despedida de la jefatura del Estado o de presagio de bienvenida a otro agitado mandato.
El país entra en una larga y ojalá no tediosa contienda entre presidentes. ¿Querrá, acaso, reeditar la aguda querella de Carlos Lleras con López Michelsen, llena de ironías para enmarcar sus diferencias, superiores a las pocas concordancias? Fue una polémica agresiva y a veces brillante. Ambos en persecución de la reelección presidencial, ambición que el destino no le concedió a ninguno. Coparon buena parte del desenvolvimiento político de finales del siglo XX.
La pugna protocolizada en la asamblea de la Andi -y luego ratificada en la conmemoración de los 20 años del aniversario de Galán- es el abrebocas de lo que será esta campaña electoral. Un año polémico y sin tregua en las escaramuzas, sea porque haya o no reelección. Ya hay dos expertos púgiles en el cuadrilátero, bien entrenados en el duro ejercicio de los golpes contundentes. Por supuesto que más popular Uribe. Muy punzante Gaviria.
Frente a estos dos, los demás candidatos presidenciales, coalicionistas u opositores, son pálidas sombras, interpretando el papel de cabeza de gobierno o de contradicción. Difícilmente hay en el país quién conozca mejor las realidades nacionales que Uribe. Gaviria deja sin escenario a quienes hacen esfuerzos por interpretar el papel de antagonistas del Presidente.
La pelea da como para alquilar balcón. Ojalá en ella, al final de cuentas, prime más la razón que la emoción. Se impone más lo cerebral que lo visceral, cosa tan inusual en este trópico en donde los disensos superan los consensos, así se trate de los destinos superiores de país.
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