Editorial
El Nuevo Siglo
Agosto 26 de 2009
*Infundado temor a ‘plan’ expansionista
*Empresas colombianas en alto riesgo
LAS encuestas sobre el nivel de percepción que la ciudadanía colombiana tiene de tal o cual personaje público son muchas y sus resultados disímiles. Sin embargo, hay unas pocas tendencias coincidentes entre los sondeos. Por ejemplo, en la mayoría de los ranking sobre la persona más impopular, el nombre del presidente venezolano Hugo Chávez casi siempre se lleva el porcentaje más alto.
Ello no es gratuito. Desde hace muchos meses prácticamente no hay semana en que el país no esté inmerso en alguna polémica por algo que dijo, hizo o no dijo o hizo el mandatario de la nación hermana. La actual no es la excepción. El pasado domingo, en su tradicional perorata discursiva en Aló Presidente, el Jefe de Estado venezolano no sólo repitió su desgastado arsenal de críticas contra el gobierno Uribe, en esta ocasión por el acuerdo de cooperación militar que Bogotá negocia con Washington, sino que acusó a la “oligarquía” de nuestro país de impedir que las ideas “chavistas” llegaran al pueblo colombiano.
Para contrarrestar esa situación, indicó que emprendería una campaña para comunicar su proyecto “socialista” a las bases populares colombianas y que para ello podría acudir a facciones políticas afines como el Polo Democrático Independiente. A la par, también ordenó investigar a todas las empresas de capital colombiano en Venezuela, para descartar la posibilidad de que tuvieran nexos con el narcotráfico.
Como era apenas obvio, esas afirmaciones prendieron de inmediato la controversia. Paradójicamente la reacción en nuestro país se ha centrado más en el presunto intento chavista de expandir su proyecto político e ideológico, que en la seria amenaza que podría esconderse detrás de las intempestivas y a todas luces injustificadas pesquisas a las empresas colombianas.
Acusarlas de lavar dineros ilícitos es desquiciado, puesto que la mayoría son sucursales de compañías nacionales de reconocida trayectoria. De allí que el sospechoso anuncio cause mucha inquietud, por cuanto podría esconder una torcida intención de hacerse a la propiedad de las mismas vía extinción de dominio, es decir, sin tener que indemnizar a los propietarios. No se puede dejar de lado que fue el mismo Chávez quien anunció semanas atrás que podría expropiar a las compañías de nuestro país que tienen sedes en Venezuela. Sin embargo, cada vez es más claro que Caracas afronta problemas presupuestales, pues las reservas de la bonanza petrolera se agotan y el estatismo económico es marcadamente recesivo. Eso explica la demora en el pago de las compensaciones a empresarios víctimas de nacionalizaciones unilaterales y la creciente morosidad en el pago de importaciones, especialmente colombianas y brasileñas.
En lo que hace al llamado ‘proyecto expansionista del chavismo’ en nuestro país, hay que decir que si bien era obligatoria la protesta diplomática del gobierno Uribe y la consecuente denuncia ante
En realidad, el más perjudicado con la última salida discursiva de Chávez fue el Polo, pues por más que sus dirigentes hayan tratado de aclarar la naturaleza de su empatía ideológica y política con el gobierno ‘socialista y bolivariano’, y advertido que no serán vehículo de su intento de expansión en Colombia, difícilmente podrá quitarse ese lastre en el corto plazo y seguramente el ‘abrazo del oso’ que les dio el mandatario venezolano repercutirá negativamente en las urnas. Con esos amigos…
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